Los 193 países representados en la Asamblea General de Naciones Unidas han ratificado este viernes en Nueva York por aclamación a Michelle Bachelet como próxima Alta Comisionada de Derechos Humanos de la organización. La expresidenta chilena, que acabó el pasado marzo su segundo mandato y que entre ambos, entre 2010 y 2013, fue la primera directora ejecutiva de ONU Mujeres, tomará a partir del 1 de septiembre el relevo de Zeid Ra’ad al-Hussein. El príncipe y diplomático jordano ha dirigido la oficina con sede central en Ginebra los últimos cuatro años, en los que no ha escatimado críticas duras a países y potencias, incluyendo Estados Unidos, por vulneraciones de derechos humanos.

António Guterres, el secretario general de la ONU que anunció hace dos días la nominación de Bachelet, se ha declarado “encantado” con la confirmación de una persona a la que ha definido como “una pionera, una visionaria y una mujer de principios”.

El portugués ha subrayado también que Bachelet, de 66 años, llega al cargo en “momentos convulsos” y de “grandes consecuencias para los derechos humanos” y ha hecho una radiografía de esos problemas: “Están en aumento el odio y la desigualdad, el respeto por el derecho internacional humanitario y de derechos humanos está en declive, el espacio para la sociedad civil se está reduciendo, las libertades de prensa están bajo presión”, ha dicho.

Grupos de activistas han dado la bienvenida al nombramiento de Bachelet, que sufrió en sus propias carnes los abusos de la dictadura de Augusto Pinochet. Su padre, militar, fue arrestado, acusado de traición y torturado y falleció en la cárcel de un fallo cardíaco en 1974. Al año siguiente la propia Bachelet y su madre fueron arrestadas y torturadas durante semanas, y tras ser liberadas pasaron años en el exilio. “Como víctima ella misma aporta una perspectiva única al cargo sobre la importancia de una vigorosa defensa de los derechos humanos”, declaró en un comunicado Human Rights Watch.

Tensión con EEUU

También Al-Hussein ha alabado a su sustituta, asegurando que “tiene todos los atributos para hacerla una alta comisionada exitosa: valor, perseverancia, pasión y un profundo compromiso con los derechos humanos”. El jordano ha estado hablando en los últimos días con la prensa sobre las presiones que ha sentido en el cargo por sus críticas abiertas y ha relatado también que en varias ocasiones Guterres le preguntó si podría haber usado lenguaje menos provocador, aunque sin llegar a urgirle a moderar o cambiar sus palabras. “Lo ví como consejo de un amigo”, ha dicho Al-Hussein, que ha defendido que “el silencio no te gana respeto” y ha razonado: “si voy a cometer un error, prefiero hacerlo denunciando”.

El relevo en la oficina llega también en un momento complicado por la decisión de Estados Unidos de abandonar el Consejo de Derechos Humanos, que se anunció en junio. Las tensiones quedaron patentes ya el miércoles, cuando se anunció la selección de Bachelet, y Nikki Haley, la embajadora ante la ONU de la Administración de Donald Trump, emitió un comunicado donde no había felicitación alguna a Bacehelet sino una llamada urgiéndole a “evitar los fallos del pasado”. “La ONU ha fracasado en lidiar adecuadamente con importantes crisis de derechos humanos en Irán, Corea del Norte, la República Democrática del Congo y otros lugares y en frenar su crónica y desproporcionada obsesión con Israel”, escribió Haley. “Le toca a la señora Bachelet denunciar estos fracasos en vez de aceptar el statu quo. Esperamos que lo haga. EEUU lo hará”.