En silencio, intentando respetar en todo momento las normas de seguridad sanitarias, miles de ciudadanos rusos han desfilado este sábado por el puente Bolshoi Moskvoretski, al pie de las murallas del Kremlin, para depositar flores o colocar velas en el lugar donde hace exactamente seis años, fue asesinado Borís Nemtsov, por aquel entonces principal líder de la oposición rusa. Pese a las advertencias gubernamentales de los últimos días contra cualquier acto público no sancionado previamente por las autoridades, la policía solo hizo acto de presencia de forma discreta y se limitó a ordenar el flujo de personas, sin practicar ninguna detención.

"¡Coloquen sus flores más adelante, tendrán más espacio y aquí ya hay demasiadas!", conminaba una voluntaria, cubierta con una mascarilla, a los asistentes aguardaban cola para depositar sus ofrendas. No hubo represión policial e incluso la alcaldía, encabezada por Serguéi Sobianin, se aprestó a colaborar con el evento desplegando en los accesos al puente a un buen número de voluntarios que repartían mascarillas sanitarias y recordaban la necesidad de mantener la distancia de seguridad.

Entre la muchedumbre que aguardaba turno, se encontraba Aleksándr Sudarikov, un joven de 20 años que apenas conoció a Nemtsov en vida pero que asegura haberse empapado hasta la médula de su su figura con posterioridad. "Cuando murió, yo tenía solo 15 años, pero después he leído mucho sobre su trayectoria", insiste. Es optimista, y cree que un día verá "una Rusia democrática". "Pero no ahora", admite.

Bloguero encarcelado

Circunspecta e incluso temerosa, se expresa Maria Morozova, de 33 años. Es el segundo año en que acude a recordar a Nemtsov, y aunque apoya las manifestaciones convocadas por el bloguero encarcelado Alekséi Navalni, descarta que un día pueda vivir en una democracia. "Yo, lo que quiero es irme; aquí solo hay ricos y nosotros, los pobres, que no importamos", sostiene. "Mi hermano ya vive en el extranjero, y yo quiero hacer lo mismo", concluye.

Al acto acudieron diplomáticos europeos y las principales figuras de la oposición rusa. Rodeado de una nube de periodistas rusos, Vladímir Kara-Murzá, vicepresidente de Rusia Abierta y superviviente de sendos envenenamientos en 2015 y 2017, alababa la figura del homenajeado, con quien mantuvo una estrecha relación. "Una persona permanece viva mientras permanezca su recuerdo... Nemtsov demostró que la política no es un asunto sucio", declaraba.

A unos metros de distancia, Ilyá Yashin, compañero de filas del asesinado polítíco en el partido opositor liberal RPR-PARNAS, destacaba la gran asistencia este año al acto recordatorio, pese a la pandemia y las advertencias de días previos. "Cada año viene más gente a recordarle, porque cada año, sus ideas y sus consignas tienen más actualidad", insistía.

El improvisado memorial de Nemtsov en el puente Bolshoy Moskovetski constituye toda una prueba para la resiliencia de la oposición rusa. Desde hace seis años, decenas de voluntarios vigilan, día y noche, haga frío o calor, los bouquets de flores, los cirios y las encomiendas que depositan ciudadanos anónimos que pasan por allí. Pese a las diversas tentativas de liberar el lugar organizadas durante todo este tiempo por diversas entidades, desde los servicios de limpieza municipales a grupos juveniles de apoyo a Putin, pasando por la propia policía, el precario monumento conmemorativo siempre acaba por reaparecer.