Si en el plano político, EEUU se enfrenta a la rebelión shií por el plan de traspaso de poder en Irak; en el plano militar, es el goteo de pérdidas humanas el que deja más huella. Las bajas mortales estadounidenses en Irak superaron ayer la barrera psicológica de las 500. Tres soldados norteamericanos murieron en Al Taji, a 30 kilómetros al norte de Bagdad, por la explosión de una bomba accionada mediante control remoto, que también mató a dos miembros de la defensa civil iraquí.

El ataque causó heridas a otros dos militares estadounidenses que viajaban con las víctimas en un vehículo de combate Bradley por una carretera secundaria. La zona donde la resistencia actuó es una de las que registra más actos de hostilidad contra las tropas de Estados Unidos, que con frecuencia efectúan allí redadas para capturar a insurgentes.

UN DISPARO "NO HOSTIL" La muerte de estos soldados fijó en 500 los militares estadounidenses que han fallecido en Irak desde el inicio de la guerra, el 20 de marzo. En Diwaniya, la muerte de otro soldado por fuego "no hostil" elevó el cómputo de bajas mortales estadounidenses a 501. De ellas, 231 han sido abatidas por la resistencia desde el 1 de mayo, fecha en que el presidente George Bush declaró el fin de las operaciones militares de envergadura.

La nueva acción de la resistencia tuvo lugar 24 horas después de que el comandante de las tropas de EEUU, general Ricardo Sanchez, dijera que los ataques de los insurgentes se han reducido a la mitad, y han pasado de 30 a 15 diarios. Ayer trascendió también que el viernes un iraquí murió en un atentado contra el cuartel general de la coalición para el centro y sur de Irak, bajo mando polaco, al que están adscritos los soldados españoles.

EL PULSO DE SISTANI Pero además, el ataque coincide con el pulso político que el principal líder shií de Irak, el ayatolá Alí Sistani, mantiene con el administrador civil estadounidense, Paul Bremer, sobre el traspaso del poder político a un nuevo Gobierno iraquí. Sistani exige la celebración inmediata de elecciones directas para la Asamblea Nacional transitoria, en contra del plan de Bremer que consiste en formar un Gobierno elegido por asambleas locales en junio y dejar la celebración de elecciones para más adelante.

AMENAZA Marginados y represaliados bajo la dictadura de Sadam Husein, los 16 millones de shiís, mayoría en un país de 25 millones de habitantes, son conscientes de su fuerza y quieren hacer oír su voz en el debate sobre la naturaleza del próximo régimen iraquí. Por ello, han amenazado con una campaña de desobediencia civil. La Administración de George Bush va a solicitar a las Naciones Unidas que medien ante los shíis. Mientras, la organización se prepara para enviar una misión de estudio a Irak.