El presidente del Consejo Militar Transitorio (TMC) de Sudán, Abdelfatah Burhan, ha anunciado este martes la ruptura de todos los acuerdos alcanzados en las últimas semanas con la oposición y se ha comprometido a convocar elecciones generales en un plazo de nueve meses. El anuncio llega apenas un día después del brutal desalojo -orquestado por las fuerzas de seguridad- de la acampada de protesta en Jartum que ha dejado más de 35 muertos y cientos de heridos, según los manifestantes.

Mediante un discurso en la televisión sudanesa, el jefe de la junta militar -que dirige el país tras el derrocamiento de Omar al Bashir el 11 de abril- ha acusado a las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, la plataforma que aglutina a la oposición, de prolongar las negociaciones y de excluir a la junta militar y las otras fuerzas políticas para producir un sistema "totalitario" como el de Al Bashir.

El general Burhan ha anunciado la convocatoria de los comicios en un plazo máximo de nueve meses. "Un mandato no llega sino a través de las urnas", ha dicho. Durante este período la junta militar encabezará un gobierno en funciones bajo la supervisión internacional "para imponer la paz en el país y permitir las libertades y castigar los remanentes" del anterior régimen.

Por su parte, las Fuerzas de la Libertad y el Cambio han rechazado el plan de los militares para celebrar elecciones. "Lo que ha sucedido, matar, herir y humillar a los manifestantes fue un asunto sistemático y planeado para imponer la represión al pueblo sudanés", ha denunciado Madani Abbas Madani, una destacada figura de la oposición.

"MASACRE SANGRIENTA"

Sudán vivió este lunes su jornada más sangrienta desde la caída de Al Bashir. El Ejército asaltó con fuego real la acampada opositora que desafiaba pacíficamente desde hace dos meses al poder de los militares en la capital. El asentamiento -epicentro de la revolución- ha quedado totalmente destruido, según ha denunciado la oposición.

El Comité Central de Médicos de Sudán, un sindicato opositor, ha elevado a 35 el número de muertos por la represión de las fuerzas militares y al menos 116 heridos durante la denominada "masacre sangrienta".

Burhan ha lamentado los violentos acontecimientos y ha dicho que serán investigados, mientras que el portavoz del TMC, el teniente general Shams el Din Kabbashi, ha argumentado que la intervención fue una acción dirigida contra "delincuentes" que se habían infiltrado en la acampada. Los militares habían pedido insistentemente la disolución de la acampada opositora para retomar la normalidad en el país, pero los activistas se mantuvieron firmes hasta el lunes.

DISCREPANCIAS EN LOS ACUERDOS

Los manifestantes, organizados por la Asociación de Profesionales Sudaneses (SAP), que con su movilización consiguieron que la cúpula militar cesase a varios generales cercanos a Al Bashir, continuaban presionando en las calles para que una autoridad civil asumiera el poder, en momentos de estancamiento de las negociaciones entre el Ejército y la oposición.

Militares y opositores habían alcanzado varios acuerdos como el de la formación de un consejo soberano transitorio integrado por civiles y militares que dirigiría el país hacia una transición a la democracia que duraría tres años. Sin embargo, no fueron capaces de consensuar los integrantes de ese consejo, en el que los militares querían tener la presidencia y una amplia representación, algo que rechazaban los políticos opositores, que exigían el liderazgo civil.

La brutal operación ha provocado la condena de la Unión Europea, la Unión Africana y Estados Unidos. La UE instó a una rápida transferencia de poder a los civiles. El país vecino aliado del TMC, Egipto, ha pedido "calma y moderación", mientras que los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han dicho que esperaban que el diálogo prevaleciera en Sudán.