La alegría le ha durado poco al canciller austriaco, Sebastian Kurz. Tras los buenos resultados de las elecciones europeas, el Partido Popular Austríaco (ÖVP) fue ayer destronado del Gobierno al ser incapaz de superar una moción de censura impulsada por los socialdemócratas (SPÖ) y pactada con el ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ). La oposición sumó sus votos para lograr una mayoría que tumba al Ejecutivo austriaco y evita que Kurz siga al frente del país hasta las elecciones anticipadas que se celebrarán en septiembre. Tras 185 intentos fallidos, la de ayer fue la primera moción de censura que ha prosperado en Austria desde 1945. El presidente del país, Alexander Van der Bellen, deberá designar en los próximos días un canciller que lidere la transición hasta el otoño. Van der Bellen subrayó que el éxito de la moción contra Kurz no supone una «crisis de Estado».

La extrema derecha se cobra así la cabeza de quien hasta hace una semana era su socio aliado en el Ejecutivo de Viena. El pasado 18 de mayo el vicecanciller y líder islamófobo, Heinz-Christian Strache, se vio forzado a dimitir de todos sus cargos tras destaparse un vídeo en el que caía en una trampa y negociaba con una falsa oligarca rusa la concesión de favores políticos a cambio de donaciones ilegales a su partido.

Dos días más tarde el canciller Kurz forzó la salida de los ultraderechistas del Ejecutivo y convocó unas elecciones anticipadas que se celebrarán probablemente el 15 septiembre. El mandatario conservador tenía previsto sustituir hasta entonces a los ministros relevados por tecnócratas, pero sus planes se han visto truncados por el gesto de la oposición. Con la dimisión de Strache, de pasado neonazi, el FPÖ se había quedado huérfano de liderazgo. Para encarar las próximas elecciones, ayer los ultraderechistas elegieron a Norbert Hofer y Herbet Kickl como sus nuevos referentes. Ambos renunciaron hace una semana a sus cargos en el Gobierno.