Como hizo con la socialdemocracia, Suecia ha impuesto su propio modelo durante la crisis del coronavirus. Mientras el resto de países europeos adoptaban medidas de confinamiento más o menos estrictas, el país escandinavo ha optado por mantener durante todo el tiempo abiertas escuelas, guarderías bares, restaurantes, gimnasios y tiendas, apelando a la responsabilidad de cada uno para implementar el distanciamiento social.

El objetivo era reducir el impacto económico del cierre. Y con datos en la mano, se puede afirmar que el experimento ha parado el primer golpe a la economía: los últimos datos señalan una contracción de apenas el 0,3% para Suecia en el primer trimestre de 2020, muy por debajo de la media de la eurozona (3,8%). Sin embargo, el propio Banco Central sueco estima una contracción de la economía del país de entre 7 y 10 puntos porcentuales para 2020, debido a la caída de la gran producción.

"Un maratón"

Y ahora, cuando a ritmos diferentes, los distintos países europeos inician la desesescalada, la autoridades suecas preven mantener las medidas dictadas -recomendación de teletrebajo y prohibición de visitar las residencias de ancianos y de las reuniones de más de 50 personas-durante un largo tiempo. "Esta lucha es una maratón", afirmó la semana pasada el primer ministro sueco, Stefan Löfven, defendiendo una estrategia pensada para el largo plazo, el que tarde en encontrarse un medicamento eficaz contra la enfermedad o la esperada vacuna.

En relación a sus tres vecinos nórdicos, Suecia pierde de momento en esta carrera de fondo, tanto en casos detectados de la enfermedad como en índice de mortalidad. El país, de 10 millones de habitantes, acumula más de 31.500 casos de coronavirus y más de 3800 fallecimientos, muy por encima de Dinarmarca (11.100 casos y 554 muertes), Finlandia (6.400 casos y 301 muertes) y Noruega (8.260 casos y 234 muertos), según los datos estadísticos de Worldometers.

Fracaso o éxito

Además , durante la última semana, Suecia ha liderado el número muertes con coronavirus en Europa: 380 por millón de habitantes, superando a España, Italia, Bélgica o el Reino Unido. Unas cifras que son tres veces más que Dinamarca, siete que Finlandia y ocho que Noruega. Pero varios expertos advierten que lo que pueda parecer un fracaso podría ser un éxito si las cifras de contagios y mortalidad aumentan en otros países cuando se levanten los confinamientos.

Sin embargo, las autoridades defienden su estrategia como la más adecuada contra un virus que no va desaparecer rápidamente, sino que va a seguir circulando entre la sociedad. El epidemiólogo Anders Tegnell, de la Agencia de Salud Pública sueca, considera que no se puede valorar aún si un confinamiento hubiera podido reducir la tasa de mortalidad, pero sí cree que una segunda ola puede ser menos agresiva en Suecia que en otros países cuyas poblaciones han estado menos expuestas al virus. Una opinión que comparte Johan Giesecke, exepidemiólogo jefe de Suecia y actual asesor de salud de la OMS, para quien las medidas de confinamiento solo retrasan la aparición de casos y muertes por coronavirus.

Adopción voluntaria

A falta de muchas prohibiciones, la vasta mayoría de la población sueca ha adoptado, de manera voluntaria, un distanciamiento social. Los sondeos muestran un apoyo mayoritario de los suecos a la estrategia gubernamental. "Tenemos datos que demuestran que la gente cada vez sigue más nuestros consejos" (que no obligaciones), manifiesta Tegnell.

También la Organización Mundial de la Salud (OMS) piensa que hay lecciones que se pueden extraer de la experiencia sueca. Lo ha dicho Mark Ryan, director ejutivo del programa de emergencias de salud de la organización. "Lo que Suecia ha hecho diferente es que ha confiado mucho en la relación con sus ciudadanos para implementar el autodistanciamiento y autoregulacion", ha destacado. Una confianza que en el país nórdico es recíproca: la del ciudadano en sus instituciones.