China desveló ayer una salva de aranceles de hasta el 25% a 120 productos estadounidenses en respuesta a los aprobados la semana pasada por Washington. Supone la esperada entrada de Pekín en la guerra comercial que Donald Trump había prometido desde la campaña electoral y dibuja un horizonte tenebroso en las relaciones de las dos grandes potencias cuando cuestiones geopolíticas como el desarme nuclear norcoreano aconsejan afinidad.

La medida fue presentada por el Ministerio de Comercio con fórmulas creativas. No se trata de una imposición de aranceles, sino de la «suspensión de concesiones tarifarias», aclaró. Las importaciones incluyen frutas variadas, frutos secos y vino, que serán sometidos a un impuesto adicional del 15%. El cerdo congelado sufrirá un aumento del 25%. China es el tercer consumidor de cerdo estadounidense, con un volumen de más de 800 millones de euros anuales. Las tarifas, ya vigentes, responden a las que impuso Washington semanas atrás al acero y al aluminio.

Pero en el listado importa más lo que falta que lo que está. Falta la soja y el sorgo, los aviones de Boeing y el resto de munición pesada que Pekín se reserva en el caso de que la guerra comercial se agudice. En la respuesta china, cuyos aranceles son infinitesimales en comparación con los aprobados por EEUU, se atisba la voluntad de arreglar las diferencias de forma amistosa. Lo subrayó ayer el ministerio: «Para las dos grandes economías del mundo, la cooperación es la única opción». Liu He, comandante económico de China, habló recientemente por teléfono con Steve Mnuchin, secretario del Tesoro estadounidense, y es probable que este visite Pekín en los próximas semanas para aceitar una solución.

Pero la medida, aunque tibia, era necesaria porque China no podía mostrarse débil ante el desafío de Trump. Los mensajes más afilados llegaron, como es costumbre, a través de la prensa oficial. La agencia de noticias Xinhua calificó los aranceles de Trump como «una apuesta que dañará a Estados Unidos». «Quizá puedan herir a China, pero también muchos intereses norteamericanos pagarán un coste enorme».

«Estados Unidos puede esperar que cada uno de sus ataques contra los intereses chinos tendrá su represalia», aseguró el diario ultranacionalista Global Times en un editorial titulado Las tarifas chinas ofrecen a Estados Unidos una dosis de su propia medicina. «Es el momento de que Washington despierte de la fantasía en la que ha estado viviendo mucho tiempo, un mundo delirante en el que China es un país que se arredra y tolerante», añadió.