Golpe sobre la mesa del rey Mohamed VI que ha cesado al jefe del Gobierno de Marruecos, el islamista Abdelilá Benkirán, del partido Justicia y Desarrollo (PJD), que el pasado 7 de de octubre ganó por segunda vez en la historia de Marruecos las elecciones legislativas. El rey lo anunció este miércoles por la noche a través de un comunicado del Gabinete Real y se comprometió a designar a otro dirigente, sin preciar a quien, de la formación islamista para que asuma la tarea de alcanzar un gobierno de coalición y sacar al país magrebí de un inédito bloqueo político.

Los dos nombres que se manejan, por el momento, son los del antiguo secretario general del PJD, Saâdeddine El Othmani, que ya ocupó durante la primera etapa de la legislatura de Benkirán en el 2011 la cartera de Asuntos Exteriores, y el ministro de Justicia actual, Mustafa Ramid, a quien se le conoce como el ala dura dentro de su propio partido.

Benkirán recibió el encargo real de formar gobierno sólo tres días después de ganar los comicios legislativos, por lo que necesitaba aliarse a otros partidos políticos porque su formación no alcanzaba la mayoría parlamentaria (125 de 395). Los islamistas sólo veían como un socio estratégico claro a la izquierda del Partido Progreso y Socialismo (PPS), que obtuvo en las últimas elecciones 12 escaños, y con la que formaron el polémico frente contra “al-tahakkum” (los poderes oscuros o fácticos).

De su principal rival, los modernistas del PAM, que ganaron la segunda plaza en el Parlamento, no quieren ni oír hablar. Por tanto, el juego político se abre a otras formaciones que entraron desde hace años en una carrera de desgaste y de pérdida de credibilidad, por lo que se exige entre sus votantes una renovación de sus élites.

Así ocurre con los históricos socialistas de la USFP, los nacionalistas del Istiklal o el Reagrupamiento Nacional de los Independentistas (RNI), liderado por un hombre de negocios, Aziz Akhannouch, muy próximo a Palacio y actor clave en el actual proceso político de Marruecos.

NEGOCIACIONES SIN ÉXITO

Durante los últimos cinco meses, las rondas de negociaciones entre partidos políticos, siempre bajo el arbitraje del monarca alauí, no han terminado en ningún tipo de acuerdo y de ello se responsabiliza directamente al jefe de Gobierno, Abdelilá Benkirán. Fuentes próximas al poder central aseguran que la destitución del islamista responde a sus salidas de tonos continuadas y a la falta de entendimiento con el monarca, a pesar de que Benkirán en más de una manifestación pública alardeó de la extraordinaria relación que mantenía con el Rey, Mohamed VI, a quien le declaró sumisión. Dentro de las filas del PJD no siempre se ha visto bien esta “alienación forzada” por temor a sufrir desafección en su campo electoral como tampoco han aprobado las medidas que en los últimos meses se han llevado a cabo en Marruecos, por orden directa del monarca, sobre la reforma de la educación que afectó a los textos religiosos o el proyecto de generalización del bachillerado francés.