El segundo y último debate entre Donald Trump y Joe Biden ha sido más cívico que el primero y la moderadora Kristen Welker, periodista de NBC, ha hecho un trabajo ejemplar. No ha hecho falta silenciar el micrófono a nadie, aunque en previsión existía la posibilidad técnica, y los dos candidatos han seguido las reglas de un duelo dialéctico tradicional. Eso no quita que en la hora y media se hayan producido numerosos choques de elevada intensidad y momentos de alto voltaje político.

La pandemia

La gestión de la pandemia es el punto más débil de Trump y Biden le ha achacado “ineptitud” e “irresponsabilidad” y ha asegurado que, con más de 220.000 muertos en el país, “no debería seguir de presidente”.

El mandatario por primera ha dicho: “asumo toda la responsabilidad”, aunque acto seguido ha vuelto a responsabilizar de todo lo ocurrido a China. También, tras superar su propio contagio, ha insistido en su idea optimista de que EEUU está pasando ya lo peor, ha prometido que “la vacuna se anunciará en semanas” y ha promovido la reapertura de las escuelas y la economía, cuestionando la cautela de Biden y asegurando: “No podemos cerrar nuestra nación o no tendremos una nación”.

“La gente está aprendiendo a vivir con ello”, ha defendido en otro momento Trump, y entonces la respuesta de Biden ha sido demoledora: “la gente está aprendiendo a morir con ello”.

Los niños en la frontera

El choque sobre política migratoria ha sido intenso pero su punto álgido ha sido el momento en que Welker ha abordado la separación de niños en la frontera. Esta misma semana se ha sabido que el gobierno de Trump aún no ha podido localizar a los padres de 565 de esos menores, a los que empezó a separar en un programa piloto en 2017 antes de aplicar el año siguiente durante unos meses la política de “tolerancia cero”, que acabó suspendiendo bajo intensa presión social. Trump ha tratado de defender que los llevan coyotes, o que viven "bien cuidados en buenas instalaciones", pero Biden se ha incendiado y ha recordado que los ha separado de sus padres, algo que ha tildado de “criminal”.

Corrupción

Desde la semana pasada Trump y la máquina mediática conservadora han estado intentando resucitar el supuesto escándalo de tráfico de influencias de Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente demócrata, con la obsesiva atención a unos supuestos correos electrónicos y mensajes obtenidos por Rudy Giuliani. La campaña se intensificaba justo antes del debate con la rueda de prensa de un antiguo socio del vástago del candidato demócrata. Y todo lo ha sacado a colación repetidamente en el debate Trump, que ha extendido aún más las acusaciones para señalar a Biden como un político corrupto, acusándole directamente de recibir dinero extranjero. Biden no solo lo ha negado tajantemente sino que ha dado la vuelta a la conversación y ha recordado que es Trump quien no ha sido transparente con sus cuentas y no ha hecho públicas sus declaraciones de impuestos. "¿Qué esconde?"

“Sé más de viento que tú”

Por primera vez en un debate presidencial estadounidense se ha dedicado uno de los segmentos establecidos al cambio climático. Trump, que ha desarticulado muchas de las regulaciones medioambientales que hizo Barack Obama y sacó a EEUU del Acuerdo del Clima de París ha tratado de presentarse (con escaso éxito) como un medioambientalista. Biden, en cambio, ha entrado en detalles de su propuesta verde, centrada no solo en la lucha contra la crisis sino en la transformación economía. Ahí llegó, por ejemplo, la defensa de la energía eólica y solar, momento que ha provocado un encendido cruce.

La transición de la industria del petróleo

Más significativamente en lo político ha sido la declaración de Biden de que buscará una transición desde la industria del petróleo hacia la de energías menos contaminantes. Trump ha encontrado una vía ahí para tratar de ganar votos en estados donde las industrias de combustibles fósiles son importantes, como Tejas o la trascendental Pensilvania.

Raza

En el segmento sobre la raza Welker, que es negra, ha dado múltiples oportunidades a los candidatos para abordar realidades de racismo tanto cotidiano como sistémico en EEUU. Trump se ha tratado de definir como “la persona menos racista” pero Biden ha asegurado que “echa fuego en cada incendio racista” y ha dicho que es “un silbato de perro (la expresión habitual para definir los mensajes velados racistas) tan grande como una sirena de niebla”.