El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, envió ayer un telegrama al primer ministro palestino, Ahmed Qurei, en el que manifiestó estar "profundamente conmovido" por el fallecimiento de Yasir Arafat y expresó la voluntad del Ejecutivo de "seguir apoyando un futuro de paz y justicia para el pueblo palestino y la región".

El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, viajó en la tarde de ayer a El Cairo para representar a España en la ceremonia fúnebre por el dirigente. Aunque no excluyó acudir también al entierro posterior en Ramala, el jefe de la diplomacia lo consideró improbable, por las dificultades para un desplazamiento rápido desde la capital egipcia hasta la localidad cisjordana.

LOS ACIERTOS En diversas declaraciones, Moratinos exaltó la figura de Arafat y pidió que, por encima de sus errores, se reconozcan sus aciertos, entre los que citó la eliminación, de la Carta Palestina, del artículo que aboga por la destrucción de Israel.

Consciente del rechazo que el rais concitaba en las autoridades estadounidenses e israelís, el ministro confió en que el nombramiento del nuevo liderazgo palestino abra una "oportunidad nueva". "Lo que hace falta es no desaprovecharla", avisó.

En un comunicado, el Ministerio de Exteriores resaltó el "carisma" de Arafat y su "infatigable lucha por el reconocimiento de los derechos de su pueblo". Destacó su papel de "artífice" de los acuerdos de Oslo, junto al asesinado primer ministro israelí Yitzhak Rabin.

LAS ONG Mientas, las ONG españolas que trabajan en los territorios palestinos advirtieron de que la muerte de Arafat no cambia la situación del conflicto y que la prioridad ahora es encontrar un líder legitimado por parte de la población y de las distintas formaciones políticas palestinas. Julio Rodríguez, portavoz de Paz Ahora, subrayó: "No parece que a corto plazo pueda haber cambios, que se vaya a modificar la política genocida y se impulsen las negociaciones".

El presidente de Sodepaz, Pepe Calderón, recordó que la figura de Arafat siempre ha sido una "excusa" israelí para no negociar y opinó que su muerte no significará "ningún cambio".