El presidente Lenín Moreno llega este viernes el ecuador de su legislatura en medio de una cruzada contra el correísmo y la corrupción, con una economía resentida y la necesidad de reformas que pueden abrir nuevos frentes sociales.

Dos años después de asumir el cargo, el mandatario ecuatoriano de 66 años asegura no aspirar a la reelección en el 2021, y tiene por delante la aplicación de reformas tras varios acuerdos con organismos internacionales que destinarán más de 10.000 millones de dólares. No obstante, estos tendrán contraprestaciones, pues el FMI ha pedido terminar este año en déficit cero y el 2020 con un crecimiento del 3%, lo que requerirá reducir el tamaño del Estado y despedir a funcionarios.

No obstante, los analistas defienden que el Gobierno de Quito haya acudido a esos organismos porque no había otra salida ante "la situación complicada" heredada por Moreno de su predecesor, Rafael Correa, que le ayudó a llegar al poder en el 2017 pero con el que se ha enemistado al borde de una guerra política fratricida.

DEUDA Y AISLAMIENTO

El mandatario, que en estos dos años ha visto la ruptura del movimiento Alianza País entre "morenistas" y "correístas", acusa a su predecesor de haberle dejado un país endeudado, aislado de los organismos internacionales y una corrupción rampante.

Unas acusaciones que Correa desmiente categóricamente al preguntarse con sorna: "Cómo puede acusar a un Gobierno de corrupción del que él mismo formaba parte? No se dio cuenta de que había corrupción generalizada? Eso es porque es mentira!".

Para el exmandatario, identificado con el "socialismo del siglo XXI", Moreno "traicionó el mandato popular" por el que fue elegido, y califica su gestión "del peor Gobierno al menos desde el retorno a la democracia" en 1979.

"Un candidato que llegó con un programa de gobierno hecho entre todos para continuar con la revolución ciudadana, (..) lo bota a la basura y adopta el más extremo neoliberalismo. La ruptura viene de esa traición", asegura Correa a Efe desde Bruselas, donde reside después de que un juez ecuatoriano le procesara por un caso de secuestro de un opositor.

Otro elemento de ruptura con el anterior régimen fue la decisión adoptada en abril por Moreno de acabar con el prolongado asilo del fundador de Wikileaks, Julian Assange, en su Embajada de Londres, tras un año de enfrentamientos políticos y judiciales originados, por un lado, en la nueva orientación ideológica del país, y por el otro, en un irregular comportamiento del propio asilado. Esta decisión desembocó en la detención de Assange por parte de las autoridades británicas.

Todos estos cambios han provocado una incesante sustitución de ministros y otros altos cargos a lo largo de apenas dos años: más de 30 sustituciones en una veintena de ministerios, en ocho de ellos con hasta tres ministros distintos. En unos casos el presidente lo hizo para purgar su Gobierno, en otros para recortar o, simplemente, por el descontento de su gestión.