Rusia se niega a responder al ultimátum emitido el lunes por la primera ministra británica Theresa May tras el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró ayer que su país exige como condición previa tener acceso a la sustancia con la que fue atacado el exagente refugiado en el Reino Unido.

Lavrov sostiene que, según el enunciado de la Convención sobre las Armas Químicas, la negativa de su país a dar explicaciones a las autoridades británicas está plenamente justificada. «El país concernido tiene completo derecho de acceso a la sustancia (sospechosa del ataque) para tener la posibilidad de llevar a cabo un análisis propio», enfatizó Lavrov. «En cuanto aparecieron los rumores de que en la intoxicación de Skripal había actuado un veneno, producido en la Federación Rusa, pedimos mediante una nota oficial una muestra de semejante sustancia, para que nuestros expertos pudieran analizarla», continuó el titular de Exteriores ruso.

La tensión entre Londres y Moscú va en aumento, después de que la premier británica responsabilizara el lunes a Rusia del incidente y diera un ultimátum a Moscú para que explicara por qué una sustancia letal «militar» fabricada en Rusia, cuya producción se canceló en los años 90, es la responsable del envenenamiento de Skripal, un agente doble condenado por la justicia de su país e intercambiado por agentes rusos detenidos en Occidente en el 2010.

La embajadora británica en Moscú, Laurie Bristow, fue convocada en el Ministerio de Exteriores, donde se reunió con el viceministro de Exteriores ruso, Vladímir Titov. Aunque no ha trascendido el contenido de la reunión, se da por sentado que Moscú ha trasladado su malestar por las acusaciones vertidas en la víspera y negadas a través de varios representantes.

En Londres, May deberá comparecer hoy en la Cámara de los Comunes para anunciar las sanciones que el Reino Unido adoptará contra Rusia, en el caso, más que previsible, de que Moscú no explique cómo el agente nervioso Novichok fue a parar a las calles de Salisbury. Entre las sanciones posibles figura la expulsión de diplomáticos rusos, incluido quizás el embajador. May podría aprobar quizás sanciones económicas contra los activos en el Reino Unido de los oligarcas rusos ligados al régimen de Putin.

A la tensión existente vino a sumarse otro macabro suceso. Un exiliado ruso enemigo del presidente Vladímir Putin fue hallado muerto el lunes por familiares en su domicilio de Londres. El fallecimiento se produjo por causas «inexplicables», según la policía metropolitana. El fallecido, Nikolai Glushkov, era un antiguo directivo de la aerolínea rusa Aeroflot condenado en dos ocasiones en Rusia por fraude.

Refugiado en la capital británica, era socio y amigo íntimo del oligarca Boris Berezovsky, otro gran enemigo de Putin.