No ha habido ningún tipo de contemplaciones con los miles de manifestantes que ayer, a las 14.00 horas, se congregaron en los aledaños de la alcaldía de Moscú para protestar contra la expulsión de los candidatos opositores en las elecciones locales que tendrán lugar el próximo septiembre.

Entre gritos, empujones, y consignas tales como «es nuestra ciudad» o «Rusia sin Putin», los congregados desafiaron la prohibición de las autoridades, protagonizando escenas de gran dureza en el centro de la capital rusa y resultando detenidas al menos 600 personas.

El despliegue policial para reprimir la acción superó de largo lo visto en las últimas convocatorias opositoras. Miles de antidisturbios posicionados en ambas aceras de la avenida Tverskói, el equivalente moscovita al Paseo de Gracia barcelonés, iban cerrando espacios y separando y arrinconando a los manifestantes, que en todo momento mantuvieron una actitud de desafío. En cada ocasión que alguien era arrestado, atronadores abucheos y gritos de «¡vergüenza!» partían de la muchedumbre.

Zoya, que no quiere mencionar su apellido, acude con frecuencia a las manifestaciones opositoras, aunque admite tener «miedo». «Cuido de mi padre, que tiene 90 años; si me detienen, temo por él», comenta. No le sorprende la dureza de la represión policial, algo que, según su opinión, constituye una muestra del estado de ánimo entre la élite. «Tienen miedo, y por eso emplean toda su fuerza represora», explica, señalando a los antidisturbios.

No lejos de ella, Larissa Ts., que fue diputada en la asamblea moscovita durante un decenio por el barrio de Sókol antes de que los candidatos de Rusia Unida, el partido oficialista, barrieran «mediante fraude» en las últimas elecciones, denuncia el descomunal «nivel de corrupción» que observó en la alcaldía durante sus años de mandato. En especial en la empresa BGU Zhilishnik, un monopolio municipal financiado con dinero público que se encarga de tareas municipales, desde la limpieza de los portales a la retirada de la nieve en invierno.

CORRUPCIÓN COLOSAL /«Es colosal el dinero que se llevan; no tienen ningún contrapeso», se enerva. Larissa rechaza la cínica idea de que manifestarse en la Rusia actual «no sirve de nada» más que para ponerse a uno en peligro, y subraya que la indignación de los rusos «va a más».

Aleksandr, un joven programador, explica que acudió a la convocatoria para exigir que le devuelvan el derecho a «elegir a sus representantes», tal y como recoge «la Constitución». Entre ambos, una mujer gritaba, indignada: «¡Estos policías tendrían que estar en Irkutsk, ayudando, y no aquí!». Se refería a las inundaciones que ha padecido esa región de Siberia en las últimas semanas, con miles de damnificados.

Durante las cargas policiales se produjeron numerosos heridos, incluyendo fracturas en las piernas, en la cabeza o pérdidas de conocimiento, según la organización OVD Info. Algunos periodistas recibieron porrazos e incluso diputados fueron inmovilizados en el suelo. Un grupo de manifestantes que huía de la policía se refugió en una iglesia de un callejón próximo gracias a que los sacerdotes les abrieron la puerta, según informa un cuidadano.

Las protestas continuaron durante toda la tarde, cuando los manifestantes se concentraron al grito de «Putin, ladrón» en la plaza Trubnaya, en el noroeste de Moscú, mientras la policía seguía realizando detenciones aleatorias. Entre los arrestados está María Aliojina, una de las integrantes del grupo Pussy Riot. Finalmente, a las 21 horas (hora local), se disolvió la protesta.