Al menos diez soldados han muerto en los choques desencadenados entre las tropas libanesas y combatientes yihadistas en la región de Arsal (noreste), fronteriza con Siria, en uno de los sucesos más graves de los últimos meses. Además de los fallecidos, 25 militares han resultado heridos y otros 13 han desaparecido, aunque se cree que estos últimos podrían haber sido capturados por los extremistas, informó hoy el jefe del Ejército libanés, general Jean Kajwayi.

En una rueda de prensa, Kajwayi advirtió del peligro de este nuevo brote de violencia, que estalló ayer en esa zona tras la detención de un responsable del Frente al Nusra (rama siria de Al Qaida), Amer Ahmad Yoma. "No es verdad que los enfrentamientos comenzaron por la detención de Yoma por el Ejército. Ese ataque terrorista no se debe al azar o a la casualidad, fue planificado hace mucho tiempo y solo se esperaba el momento oportuno" para realizarlo, afirmó. Ayer, los yihadistas rodearon varias posiciones de las fuerzas armadas y una comisaría de la policía en Arsal, donde tomaron varios rehenes, se apoderaron de armas y liberaron a algunos presos. Dos civiles murieron cuando trataban de impedir que los extremistas se hicieran con el control de la comisaría.

Los combates continuaron hoy con intensidad y el Ejército logró recuperar el cuartel de Arsal, previamente tomado por los grupos armados, causando decenas de muertos y heridos entre estos últimos, así como la huida de los atacantes, según la Agencia Nacional de Noticias (ANN). Los choques están provocando el éxodo de los habitantes de la región, pese a los disparos de los francotiradores.

Anoche, la violencia también se extendió a la ciudad septentrional libanesa de Trípoli, habitual escenario de combates, donde dos miembros del Ejército resultaron heridos en choques contra yihadistas. Ante esa situación, Kajwayi reiteró que sus fuerzas están preparadas para hacer frente a la "amenaza takfiri" (extremista suní), pero instó a actuar con rapidez, ya que -de lo contrario- "esos grupos se beneficiarán de lo que ocurre en Arsal y actuarán en otras regiones".

Precisó que quienes atacaron a las fuerzas de seguridad son mayoritariamente extranjeros y trabajaban supuestamente en colaboración con refugiados sirios en esa región, al tiempo que instó a evitar que los lugares donde se concentran los sirios en el Líbano se conviertan en "fuentes de terrorismo". "El Líbano no está alejado de esas amenazas", agregó el responsable militar, que subrayó que el Ejército actuará para impedir que los conflictos en Siria e Irak traspasen fronteras y afecten al territorio libanés.

La ONU estima que más de 1,2 millones de sirios se han refugiado en el Líbano desde el comienzo del conflicto en su país, en marzo de 2011, muchos de los cuales viven en campos improvisados. Las autoridades locales rechazan el establecimiento formal de campamentos para sirios por temor a que se repitan los problemas que rodean los de los refugiados palestinos, instalados en el Líbano desde 1948.

Desde el estallido del conflicto en la vecina Siria han aumentado los atentados, secuestros, enfrentamientos armados y otros actos violentos en el Líbano, dividido entre los partidarios y detractores del presidente sirio, Bachar al Asad. Esa situación se ha complicado aún más con lo que está sucediendo en Irak, donde los extremistas suníes han avanzado en el terreno frente a los leales al primer ministro, el chií Nuri al Maliki. No obstante, hay semejanzas con lo sucedido en 2007, cuando el Ejército libanés tuvo que combatir durante tres meses contra los extremistas de Fatah al Islam en el campo palestino de Naher el Bared, a las afueras de Trípoli, hasta lograr su expulsión.