La fatalidad se volvió a cebar ayer en el rito anual de la peregrinación a La Meca, coincidiendo además con la festividad del Aid al Adha, la más sagrada del calendario musulmán. Al menos 244 peregrinos murieron y más de 200 resultaron heridos en una avalancha humana en la ceremonia de la lapidación del diablo en la ciudad saudí de Mina, un ritual de alto riesgo por el desorden en el que convergen cientos de miles de personas.

La estampida se produjo a las nueve de la mañana hora local (una hora menos en España), según informó el ministro saudí de Peregrinación, Iyad ben Amin Madani. El escenario de la tragedia fue un tradicional punto negro del recorrido: el puente de Jamarat, donde los peregrinos se reúnen para arrojar guijarros a las tres columnas que simbolizan las tentaciones del diablo.

Las autoridades de Arabia Saudí habían ensanchado el paso del puente y habían restringido los horarios de acceso para evitar incidentes, que se repiten cada año. Pero la tragedia sobrevino de todas formas y fue la más mortífera de los últimos siete años. La causa, según Madani, fue la gran densidad de los grupos de peregrinos que avanzaban hacia la parte superior del puente de Jamarat para acercarse a las columnas que representan a Satán.

VICTIMAS POR IDENTIFICAR "Había más de 400 metros de gente empujando en la misma dirección. Hubo un colapso y se desató el pánico", explicó el ministro de Peregrinación. Fueron 27 minutos de horror. Decenas de ambulancias y miembros de los equipos de rescate llegaron hasta el lugar para evacuar a las víctimas, muchas de ellas ancianos y mujeres que presentaban claros síntomas de asfixia a causa de los aplastamientos y empujones. Por el momento, se desconocen sus nacionalidades, aunque ya ha empezado el proceso de identificación.

Las autoridades saudís manifestaron su creencia de que la mayoría de las víctimas eran peregrinos "ilegales" sin autorización oficial para realizar el peregrinaje. Muchos llevaban objetos personales consigo, como colchones, que contribuyeron al desplome, informa Reuters.

El drama vivido no impidió que la ceremonia de la lapidación del diablo continuara adelante, después de una interrupción de dos horas y media. Unos 2.000 miembros de la Guardia Nacional saudí fueron enviados a Mina para reforzar a los 10.000 agentes ya desplegados allí para canalizar a los peregrinos.

Las autoridades calculan que este año participan en el peregrinaje a La Meca casi dos millones de fieles, procedentes de diversos puntos de Arabia Saudí y de otros 160 países.

El rito que todo musulmán debe realizar al menos una vez en la vida está rodeado de fuertes medidas de seguridad, ante el temor a un atentado de Al Qaeda. Las fuerzas de seguridad arrestaron esta semana a un grupo de sospechosos, acusados de preparar un "acto terrorista". Con motivo de la festividad del Aid al Adha, el imán de la gran mezquita de Arabia Saudí , el jeque Abdulrahman al Sudeis, subrayó que el islam es una fe tolerante e instó a los musulmanes presentes en el acto a rechazar el terror y la violencia.

"Estos individuos que tratan de desestabilizar la seguridad de la nación no sirven a la religión", señaló el sábado el gran mufti de Arabia Saudí, que pronunció sus palabras desde el mismo lugar donde se cree que el profeta del islam, Mahoma, dio su último sermón.