Mohamed el Baradei, el director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), efectúa estos días una de sus visitas diplomáticas más complicadas. Armas nucleares e Israel son dos conceptos que suponen un duro rompecabezas para cualquiera que pretenda relacionarlos. De hecho, durante la visita de El Baradei --que finaliza hoy con una entrevista con el primer ministro, Ariel Sharon-- más que del programa nuclear israelí se habla del iraní, que Israel exige que se investigue.

"Los israelís sobre todo están expresando su preocupación por Irán", dijo ayer con cierta resignación El Baradei. "Israel no quiere ni hablar de su programa por motivos de seguridad, y yo no tengo poder para presionarle". Desde hace 40 años, Israel mantiene mutismo atómico total; estrategia de ambigüedad por la que ni confirma ni desmiente que tiene armas nucleares. Al no haber firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, la AIEA no tiene potestad para obligar al Gobierno israelí a aceptar inspecciones.

Programas y pruebas

En el año 2001, Shimon Peres confesó que, en 1956, Francia aceptó dotar a Israel de "capacidad nuclear". En 1969, Israel acordó con Estados Unidos que sus dirigentes mantendrían silencio con respecto a los programas nucleares del país y no efectuarían pruebas atómicas a cambio de no verse obligados a desvelar su política en esta materia. Desde ese momento, lo único que sale de los labios de los dirigentes israelís es que "Israel no será el primer país en usar armas nucleares en Oriente Próximo".

Aun así, los expertos internacionales calculan que Israel tiene entre 150 y 200 ojivas nucleares, estimación fundamentada en la producción de plutonio y las revelaciones del trabajador de la central nuclear de Dimona, Mordejai Vanunu, a la prensa. Esta filtración le costó a Vanunu 18 años de cárcel.

El Baradei no pisará Dimona y ha aceptado que su visita tenga un perfil bajo, casi sin presencia de los medios de comunicación. El jefe de la AIEA pretende que Oriente Próximo se convierta en una zona libre de armamento nuclear, pero Israel no quiere ni hablar del asunto hasta que una paz regional global le permita desvelar si es cierto que dispone, o no, de la bomba atómica.

"La mayoría de países de la zona creen que hay un desequilibrio regional", explica El Baradei, en referencia a que los vecinos de Israel dan por hecho que tiene la bomba atómica. Esta indefinición impide a la AIEA llevar a cabo un plan de desnuclearización y hace más difíciles sus presiones sobre Irán.