El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, descartó hoy un alto el fuego e insistió en que su país se prepara para ampliar la ofensiva militar contra Gaza, que en apenas 72 horas ha causado la muerte a 88 personas, la mayor parte de ellas civiles.

Netanyahu tuvo, sin embargo, que frenar a los miembros más duros de su gabinete, que le exigieron incrementar el castigo a la Franja con medidas como la interrupción del suministro de electricidad y agua que Israel controla.

"Los consejeros legales no permitirían esto", zanjó Netanyahu, quien aseguró haber ordenado un aumento del número de ataques aéreos precisamente porque un país como Israel no podía permitirse tomar dichas acciones.

Esa orden se concretó en cerca de un centenar de bombardeos más sobre distintos puntos de Gaza, que causaron la muerte a una treintena de personas este jueves y elevaron a casi 600 los heridos en los tres días de ofensiva.

Siete de ellos murieron en un bombardeo contra un café en el que un grupo de personas disfrutaban de la semifinal del mundial de fútbol.

Los objetivos fueron -según el Ejército- lanzaderas de misiles, centros militares de instrucción, supuestos silos y fábricas de armas, pero también viviendas en las que habitan civiles, lo que ha desatado una oleada de críticas.

El Ejército israelí argumenta que son usadas por miembros de los movimientos islamistas como "centros de comando" e interpreta por ello que son "objetivos legítimos".

Sin embargo, la organización israelí de defensa de los derechos humanos Betselem recordó hoy que atacar viviendas de milicianos palestinos "viola el derecho humanitario internacional" y que bajo ninguna justificación es un objetivo legítimo.

"Tratar esas casas como objetivos legítimos es ilegal, una interpretación distorsionada del concepto cuyo resultado es el daño para los civiles, a quienes la ley intenta proteger", subrayó la organización.

Betselem denunció, asimismo, que el Ejército israelí es consciente que esos objetivos son ilegítimos, pero trata de cubrir la realidad al asegurar que se trata de "centros de operaciones y de comando" de altos mandos de Hamás.

"En otras palabras, los militares mismos saben que esos ataques son ilegales porque las casas no son objetivos legítimos. Solo después del primer comunicado (en el que se admitía el ataque a cuatro casas), intentaron readaptarlo para que se ajustara a la ley internacional", afirmó.

La polémica se desató después de que se conociera que Israel mató a ocho personas, seis de ellas menores y niños, en un ataque contra la vivienda de la familia palestina Kaware, uno de cuyos miembros pertenece al brazo armado de Hamás.

La investigación posterior parece demostrar que, pese al aviso previo a la familia de que se bombardearía el inmueble, el Ejército no se ajustó al protocolo y sabía que había civiles en el interior cuando disparó.

"Dado el sofisticado equipo de vigilancia que tiene el Ejército, los responsables del bombardeo debían saber que la gente había regresado a la casa y había civiles. Un responsable militar dijo que no les dio tiempo a desviar el misil cuando vieron a los civiles, un argumento que no parece razonable", concluyó Betselem.

Los bombardeos israelíes se produjeron al tiempo que milicianos palestinos prosiguieron con el lanzamiento de cohetes contra el sur y el centro de Israel.

Las "brigadas Azedín Al Kasam", el brazo armado de Hamás, volvieron a dar muestras de su potencia al disparar por segunda vez algunos proyectiles contra Jerusalén que, sin embargo, no causaron víctimas.

Dos de ellos fueron interceptados por el sistema antimisiles israelí "Cúpula de Hierro" y otros dos cayeron en un descampado.

Testigos explicaron a Efe que vieron estelas de humo en torno al Parlamento israelí y el mercado Mahane Yehudá, en la entrada oeste y el centro de la ciudad.

Las baterías también interceptaron los cohetes lanzados contra otras poblaciones, como Tel Aviv, que hasta el momento no han causado víctimas.

En medio de este intercambio bélico, Netanyahu y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, conversaron este jueves por separado con el secretario de Estado de EEUU, John Kerry.

Según un comunicado oficial, Abás solicitó al jefe de la diplomacia estadounidense que intervenga para lograr un alto el fuego inmediato.

Netanyahu insistió por su parte en que su país tiene el derecho y la obligación de defenderse, y que seguirá con la operación hasta que logre sus objetivos declarados: acabar con la infraestructura de Hamás y detener el lanzamiento de cohetes.