«Nadie tiene ni idea de las miles de noches que yo pasé sin poder dormir, esperando este momento», asegura Carlos Alberto Solsona, pero ese tiempo que se ha medido en años y décadas ya tiene un cierre. Su hija es la nieta 129 hallada por las Abuelas de Plaza de Mayo. Vive en España y hace dos semanas viajó a Buenos Aires para realizarse los análisis que permitieron iluminar una verdad robada por la dictadura militar argentina (1976-1983). Su madre, Norma Síntora, la esposa de Solsona, fue secuestrada el 21 de mayo de 1977 cuando se encontraba en su octavo mes de embarazo. La niña nació en cautiverio, presumiblemente en una unidad militar en la periferia bonaerense, cuando su padre se encontraba ya en el exilio. «Ahora podrá conocerlo, a él y a sus hermanos», añade Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Se trata de la primera nieta recuperada este año.

Norma Síntora y su marido eran militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que durante los años 70 fracasó en su intento de establecer un foco guerrillero en los montes de la norteña provincia de Tucumán. A ella se la conocía como la Morocha, Raquel, Marta o la Turca. Estudiaba energía electrónica. Se casó con Solsona en 1974. Un año más tarde tuvieron a su primer hijo, Marcos.

Un año y casi dos meses después del golpe de Estado, Síntora fue capturada junto con una pareja que la alojaba fuera de la capital. Nunca más se supo de ellos. Faltaba muy poco para que ella diera a luz. Solsona y los abuelos denunciaron la desaparición ante los tribunales. Las Abuelas de Plaza de Mayo asumieron su caso cuando se recuperó la democracia, a finales del 1983. En el 2012, la entidad supo de una joven que había sido inscrita como hija propia por un matrimonio. «La documentación reunida mostraba, entre otras cosas, que la partida de nacimiento apócrifa había sido firmada por un médico de la Policía Federal y que el parto había ocurrido en un domicilio», explicó el organismo.

En el 2013, un «equipo de aproximación» que trabaja con las Abuelas de Plaza de Mayo contactó con quien en ese momento era considerada como una presunta hija de desaparecidos. Como se encontraba en España, se la invitó a realizarse el examen de ADN. Tras varios intentos, ella abandonó su reticencia inicial y aceptó realizarse voluntariamente el análisis, que arrojó que es hija de Síntora y Solsona. Su identidad no ha sido revelada.