Además de una pérdida artística, el incendio que el pasado 15 de abril se llevó por delante la cubierta de Notre Dame y su famosa aguja gótica ha provocado un serio problema medioambiental y sanitario. Con el fuego ardieron 400 toneladas de plomo, un material muy tóxico que se dispersó por la catedral y alrededores sin que se sepa muy bien el perímetro afectado.

Para evitar los peligros derivados de la contaminación por plomo, el Ayuntamiento de París procederá de aquí a finales de mes a una limpieza a fondo de los colegios del barrio, sobre todo en los patios, paredes y mobiliario de los centros. Una medida adoptada, según el subdirector de Salud del consistorio, Arnaud Gauthier, «para garantizar que el riesgo sea mínimo».

El responsable municipal dice que los análisis realizados a las muestras tomadas en la zona no justifican «ninguna alerta» y que el nivel medio de plomo en los colegios no supera los 70 microgramos por metro cuadrado, tasa a partir de la cual las autoridades sanitarias francesas recomiendan hacer pruebas a la población. Sin embargo, según una investigación publicada el jueves por el diario digital Mediapart, en los edificios y centros educativos próximos a la catedral se han detectado niveles de concentración de plomo hasta 10 veces por encima de los umbrales de alerta.

La publicación acusa al ayuntamiento de mentir respecto a los niveles de plomo en guarderías y colegios, y de no haber respetado las directrices de Sanidad sobre la lucha contra el saturnismo infantil, una enfermedad crónica derivada de la intoxicación por plomo que puede provocar lesiones neurológicas irreversibles, problemas digestivos, cardiovasculares o del sistema reproductor, además de un riesgo de contraer cáncer.

El 13 de mayo, casi un mes después del incendio, el consistoriotomó muestras en los centros educativos situados a menos de 500 metros de la catedral y, según Mediapart, el resultado de los análisis indica que de 10 lugares estudiados, nueve presentan niveles que exigen una rápida intervención, es decir, desalojar el lugar y proceder a su descontaminación.

Sin alarmismos

«Si hubiera el menor riesgo, no solo no habrían reabierto los colegios, sino que no abrirían el próximo curso», insiste el primer adjunto a la alcaldía de París, Emmanuel Grégoire, para tranquilizar a la población. En la misma línea, el director general de la Agencia Regional de Sanidad (ARS), Aurélien Rousseau, asegura que los datos demuestran que la salud de la población no se ha visto afectada.

Airparif, organismo que analiza la calidad del aire en la zona de la capital parisina, no detectó que se hubiera superado el umbral de contaminación tras el fuego, lo que, a su juicio, indica que la polución estaba «muy localizada».