Copenhague no se despeina. Salvo una puntual y veloz avalancha de periodistas, la capital danesa no ha dejado de ser lo que es porque a miles de kilómetros las embajadas de Dinamarca sean blanco de la ira musulmana. La mayor ciudad escandinava mantiene el pulso económico, cultural y comercial que la caracteriza. Algunos, sin embargo, creen que es sólo apariencia. Que las más inquietantes consecuencias de la crisis de las viñetas se cuecen a fuego lento. Que el Gobierno debe despertar. Ahora.

"Esto sólo puede terminar de dos maneras", dice Ahmed Akkari, portavoz del Comité Europeo para la Defensa de la Dignidad del Profeta. "O nos entendemos o se dispara la intolerancia contra los musulmanes en este país". Para muchos expertos, uno de los retos del Gobierno danés es evitar que la crisis provoque el aislamiento de la comunidad musulmana, porque esto puede dar munición a los radicales.

Lars Erslev Andersen, uno de los más respetados especialistas en Oriente Próximo de Dinamarca, recuerda que quienes perpetraron los atentados de Londres y Madrid fueron miembros de las comunidades islámicas locales. "La crisis de las viñetas puede radicalizar a los islamistas de Dinamarca --dice--, pero creo que si esto va a tener consecuencias en lo que se refiere a la posibilidad de atentados en suelo danés, no será antes de seis meses. Si sucede mañana, es que estaba pensado de antemano".

"Lo que es cierto --continúa--, es que tarde o temprano los terroristas atacarán los intereses daneses en el extranjero. Ahora tienen una motivación". Andersen no duda de que las caricaturas han puesto a Dinamarca en la agenda de Al Qaeda, aunque agrega que la semilla estaba sembrada incluso antes de que el Jyllands-Posten publicara los dibujos. "En este país seguimos tratando a los musulmanes como si un día fueran a irse. Tenemos 60 o 70 imanes importados de Oriente Próximo que no entienden la cultura danesa ni hablan danés. ¿Por qué? Porque no educamos imanes, y eso es algo que hay que hacer. Seguimos pensando que somos una sociedad rubia y de ojos azules, pero la verdad es que somos una sociedad multicultural".

Una encuesta publicada el domingo por el Posten revela que los daneses no están pensando en modernos clérigos musulmanes criados en casa. Según el sondeo, el Partido del Pueblo de la ultraderechista Pia Kjaersgaard, partidaria fervorosa de un control más férreo sobre la inmigración, es el que más beneficios ha obtenido de la crisis, pues de celebrarse esta semana las elecciones aumentaría hasta 32 los 24 escaños que obtuvo en las parlamentarias de febrero del 2005.