El nuevo Ejército iraquí volvió a ser ayer el blanco de los insurgentes, pero una vez más la peor parte se la llevó la población civil. Un suicida estrelló un coche bomba contra un centro de reclutamiento militar en Bagdad y causó 35 muertos y 141 heridos. Aunque entre las víctimas hay algunos aspirantes a soldado que esperaban para entrar, la mayor parte de los fallecidos y heridos eran transeúntes que pasaban por el lugar, ya que la instalación estaba muy protegida y los 175 reclutas que se hallaban dentro no sufrieron daños.

No fue éste el único atentado de ayer. Horas después, otro coche bomba estalló ante la sede del consejo municipal de la localidad de Yatrib, al norte de Bagdad, y acabó con la vida de seis miembros del Cuerpo de Defensa Civil Iraquí (ICDC). Otros cuatro componentes del mismo cuerpo, con funciones similares a las de la Guardia Civil española, resultaron heridos.

El mismo centro de reclutamiento había sido objeto, el 11 de febrero, de otro atentado con coche bomba que mató a 47 personas y causó decenas de heridos. Entonces, la mayoría de los reclutas heridos se mostraron decididos a volver al Ejército. Ayer, algunos optaron por desistir.

"Estaba allí afuera, esperando a que llamaran mi nombre. Me habían dicho que el sueldo es de 600.000 dinares (358 euros o 60.000 pesetas) al mes. Necesito el trabajo", afirmó Ibrahim Ismail, que se recuperaba en un hospital. "No voy a volver. De ninguna forma", añadió.

LOS PEORES PRESAGIOS La repetición, cada vez más frecuente, de los atentados confirma los peores presagios. Tanto las fuerzas de la coalición ocupante como el Gobierno interino iraquí habían advertido de que a medida que se acercara el 30 de junio, fecha del traspaso de poderes, los ataques se intensificarían. Un alto responsable militar estadounidense en Bagdad responsabilizó ayer de nuevo al jordano Abú Musab al Zarqaui, supuesto representante de Al Qaeda en Irak. "Es posible que Zarqaui coopere con baazistas y antiguos miembros de los servicios de espionaje de Sadam Husein para desatar esta ola de violencia", añadió.

Por su parte, el primer ministro iraquí, Iyad Alaui, acusó a "países extranjeros", aunque no precisó cuáles. "Algunos países extranjeros intentan, con estas acciones cobardes, golpear a Irak", afirmó. El nuevo ministro de Defensa, Hazim al Shalan, aseguró que las fuerzas iraquís llevarán a cabo operaciones militares contra la insurgencia. La inseguridad llevó ayer al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a descartar un retorno de la organización a Irak.

Mientras, siguen las escaramuzas entre los insurgentes y las fuerzas ocupantes. Cinco activistas iraquís murieron el jueves en un enfrentamiento entre los rebeldes y los soldados norteamericanos en Baquba, en el noroeste de Bagdad. Hungría, por su parte, perdió ayer, por primera vez, a un soldado en Irak. El militar murió al estallar un artefacto al paso del vehículo en el que viajaba por Suwayrah, al sureste de Bagdad.

Por otra parte, Gran Bretaña aprovechará la próxima semana una rotación de sus tropas para aumentar, en 270, el número de soldados que tiene desplegados en Irak. Londres pasará a tener 9.200 militares.

MANIOBRAS DE RUMSFELD En EEUU, The New York Times reveló que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ordenó en noviembre, a petición del entonces director de la CIA, George Tenet, omitir de la lista de detenidos el nombre de un supuesto cabecilla terrorista. El objetivo de la maniobra era evitar que la Cruz Roja observara el tratamiento que recibía el preso y que el enemigo supiese dónde estaba.