El rumbo político no ha cambiado ni tampoco su diagnóstico de los males del país pero, tras otro año de continuas frustraciones en el Congreso, el presidente Barack Obama ha anunciado esta madrugada que está dispuesto a actuar por su cuenta si los republicanos siguen negándose a acompañarle en el camino. En un discurso del estado de la Unión marcado una vez más por la economía, Obama ha esbozado una larga lista de propuestas para fomentar la igualdad de oportunidades y combatir la brecha económica entre ricos y pobres. "Hagamos de este un año de acción. Eso es lo que la mayoría de los americanos quieren", ha dicho ante las dos cámaras del Congreso.

Obama ha tratado de rejuvenecer su presidencia con un discurso parco en retórica, pero generoso en concreción, casi como si fuera Bill Clinton el que hablara. Ha vuelto a reclamar la subida del salario mínimo, la extensión de los subsidios para los parados de larga duración y un plan de ahorro para quienes carecen de una pensión privada. Medidas destinadas a fortalecer a quienes peor lo están pasando en este contexto de débil recuperación.

"Hoy, después de cuatro años de crecimiento económico, los beneficios empresariales y el precio de las acciones han alcanzado cotas casi inusitadas", ha asegurado. "Pero los salarios medios apenas se han movido. La desigualdad se ha agudizado y la movilidad social se ha frenado".

"América no se para"

Muchas de sus viejas aspiraciones, como la reforma migratoria y la reforma fiscal han vuelto a aparecer en el discurso, pero se ha detenido en ellas menos que el año pasado, consciente de que sus posiciones están claras y que no irán a ninguna lado sin el respaldo republicano. En cambio, ha puesto más énfasis en las pequeñas cosas que podrá hacer echando mano de sus poderes ejecutivos, como la inversión en infraestructuras, los centros de innovación y el fomento del gas natural frente al petróleo y el carbón. "Estoy ansioso por trabajar con ustedes", les ha dicho a los conservadores. "Pero América no se para y yo tampoco lo voy a hacer. Allí donde pueda y cuando pueda tomaré medidas sin legislar para dar oportunidades a más familias estadounidenses".

Sus palabras han despertado la ovación demócratas, mientras desde la bancada republicana, algunos movían la cabeza hacia los lados en un gesto de desaprobación. Pese al desafío implícito que implica su voluntad para circunvalar al Congreso, Obama se ha ahorrado el tono de confrontación con los republicanos. Incluso ha tenido gestos para ellos.

Defensa de la reforma sanitaria

Ha citado al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, "el hijo de un camarero" como ejemplo del sueño americano. Y ha recordado que muchos conservadores quieren sacar adelante la reforma para legalizar a los 11 millones de simpapeles que hay en el país. Pero también les ha dado a los demócratas la carne cruda que reclamaban. Ha afirmado que "el cambio climático es un hecho". Ha vuelto a abogar por eliminar los 4.000 millones de dólares que las petroleras reciben cada año en subsidios porque "no lo necesitan", a diferencia de "las energías del futuro".

Ha defendido con pasión su reforma sanitaria, una ley que "te da la tranquilidad de saber de que si te golpea el infortunio, no lo perderás todo". Y ha llamado a equiparar los salarios de hombres y mujeres ("Es hora de desterrar políticas laborales propias de un episodio de 'Mad Men'").

La política exterior ha ocupado mayor protagonismo de lo esperado, aunque nada de lo dicho es nuevo. Y en un reconocimiento de su gran derrota del 2013, sus propuestas para endurecer el control de armas, que marcaron el último estado de la Unión, han quedado reducidas a párrafo brevísimo perdido en el discurso.