La guerra contra el terrorismo lanzada por el presidente de Estados Unidos, George Bush, empieza a parecerse a la guerra sucia de las extintas dictaduras latinoamericanas contra sus oponentes, ya que al menos 11 presuntos miembros de Al Qaeda han desaparecido mientras se hallaban bajo custodia de EEUU. Además, algunos pueden haber sido torturados, según denunció el lunes la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch.

En un informe de 46 páginas, titulado Los desaparecidos de EEUU: los detenidos fantasmas de la CIA , la organización humanitaria sostiene que estos 11 prisioneros pueden encontrarse fuera de territorio estadounidense. Todos ellos han sido privados de acceso a abogados y a representantes de la Cruz Roja y tampoco se ha notificado a sus familias su situación. En cinco casos, Estados Unidos ni siquiera reconoce que están bajo su custodia.

Con ello, Washington ha violado los tratados internacionales que prohíben la detención de personas en lugares secretos y en régimen de incomunicación. Además, las convenciones de Ginebra exigen que la Cruz Roja tenga acceso a todos los detenidos, para que se pueda notificar a sus familias su estado.

SIN IDEALES "Quienes sean culpables de delitos graves deben ser llevados ante la justicia, pero si EEUU acepta la tortura y desaparición de sus oponentes, abandona sus ideales y obligaciones internacionales, y se convierte en un país de menor entidad", dijo el asesor legal de Human Rights Watch, Reed Brody.

Además, Brody recordó los peores años de las dictaduras militares latinoamericanas --como la que encabezó Augusto Pinochet en Chile o Jorge Rafael Videla en Argentina-- con las "desapariciones" de miles de "elementos subversivos", las torturas y asesinatos en lugares secretos y la posterior ocultación de sus cadáveres. Estas desapariciones son ahora "una táctica de EEUU" en su guerra contra Al Qaeda, denunció Brody.

EL CEREBRO DEL 11-S Entre los 11 desaparecidos figura Jalid Sheij Mohamed, el presunto cerebro del 11-S, que puede haber sido torturado tras su captura en Pakistán y extradición a EEUU, el año pasado. En igual situación están Abú Zubaida, cercano colaborador de Osama bin Laden, y Ramzi Bin al Shibh, que no participó directamente en los atentados del 11-S pero que se considera que sí ayudó en su preparación.

La CIA rehusó salir al paso de las acusaciones de esta organización por no haber visto el informe, donde se sostiene que el interrogatorio de los desaparecidos ha proporcionado valiosos datos a EEUU, aunque en algunas instancias los presos han mentido. "Nosotros reconocemos la importancia de conseguir rápidamente y de forma efectiva información para detectar a Al Qaeda u otras redes, capturar a otros terroristas y prevenir más ataques catastróficos", admitió Human Wrights Watch. Pero después subrayó que "las desapariciones y detenciones secretas en régimen de incomunicación violan los principios más básicos de una sociedad libre".