Un estudiante de 18 años de la ciudad de Homs es el refugiado sirio número un millón en Líbano. El chico ha dejado atrás bombardeos y combates para cobijarse en un país de cuatro millones de habitantes que ya acoge a 400.000 palestinos y a 55.000 iraquís y se ha convertido en el Estado con más refugiados per cápita del mundo.

Este récord es para el pequeño país «devastador», en palabras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que ayer registró al estudiante de Homs en una ceremonia en Trípoli, al norte de Líbano. La cifra supone para los libaneses «un impacto enorme (…) La comunidad huésped está a punto de la ruptura», afirmó ACNUR en alusión a las divisiones entre las comunidades libanesas y entre partidarios y detractores del régimen sirio.

«La afluencia de un millón de refugiados es masiva para cualquier país» y más en el caso del Líbano por «los graves problemas internos» que sufre, dijo el jefe del ACNUR, Antonio Guterres. «La ayuda internacional aumenta de modo lento y no corresponde a las necesidades. Apoyar al Líbano no es solo un imperativo moral, sino una necesidad para detener una mayor erosión de la paz y la seguridad en esta sociedad frágil», subrayó. Hasta ahora, los libaneses han recibido solo el 13% de la ayuda necesaria para hacer frente a las necesidades del millón de refugiados sirios, que crece a un ritmo de 2.500 por día.

LA VIOLENCIA

Enfrentamientos y atentados vinculados al conflicto sirio han causado decenas de muertos en Líbano, especialmente en Trípoli, donde chiís partidarios del presidente sirio, Bashar el Asad, luchan contra sunís que apoyan a los rebeldes sirios. En Beirut y en el valle de la Bekaa se han producido ataques con bombas o misiles que han producido víctimas, y milicianos del movimiento chií libanés Hizbulá combaten en las filas de Asad. Beirut ve a los exiliados como una bomba de relojería que amenaza con dinamitar el país.

Los problemas económicos de Líbano no nacen solo de los exiliados, que han disparado la demanda de electricidad y agua y han colapsado la sanidad y la educación, además de aumentar el gasto público. El conflicto sirio ha provocado también la disminución del comercio, el turismo y la inversión en Líbano. El Banco Mundial calcula que el país pierde unos 656 millones de euros al año por la guerra.

«Las dimensiones de la tragedia humana no son solo un recitado de números (…) Cada uno de ellos representa una vida humana que ha perdido su casa, familiares y el sentido del futuro», indicó Ninette Kelley, representante del ACNUR.

En abril del 2013, los libaneses acogían a 356.000 sirios, pero en un año la cifra se ha triplicado. Desde que empezó la guerra, en el 2011, han huido de Siria 2,6 millones de personas, que se han refugiado principalmente en Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto.