«Que se vayan Ortega y (Rosario) Murillo». «Daniel y (Anastasio) Somoza son la misma cosa». Las consignas coreadas en las calles donde miles de personas pidieron la salida del matrimonio en el poder y compararon al exguerrillero con el dictador al que contribuyó a derrocar hace 39 años sugieren un cambio irrevocable de escenario político en Nicaragua.

Después de las protestas contra la reforma de la seguridad social que costaron al menos 30 muertos, y que todavía no se han silenciado, Ortega tuvo que retirar el proyecto y convocar a un diálogo con las cámaras empresariales. Los diputados sandinistas aprobaron en el Congreso una resolución a favor de encontrar una salida consensuada a la crisis, de la que deben participar, además de la patronal, los trabajadores y la Iglesia Católica.

La Universidad Politécnica es el centro de operaciones del nuevo movimiento. «Somos nacionalistas, a todos nos une la misma causa. No hay partidos políticos y tampoco financiación de nadie, estamos aquí por el apoyo del pueblo. Somos gente que quiere lo mejor para el país», le dijeron los líderes a El Nuevo Diario. Las autoridades siguen viendo a EEUU detrás de esto.