El primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, ha vuelto a arremeter este viernes contra los inmigrantes simpapeles al considerar que son potenciales "bombas biológicas" y que pueden aumentar los contagios de covid-19 en su país, por lo que llamó a parar su entrada en Hungría.

Orbán, conocido por sus discursos contra la inmigración, que ya en el pasado relacionó con el terrorismo y la delincuencia, ha realizado estas declaracoines en su entrevista de cada viernes en la radio pública Kossuth.

"Todos los inmigrantes ilegales que quieren entrar en el país sin control, no solo violan las leyes húngaras, sino que significan una amenaza biológica. Es una frase grave y por ello lo digo con cuidado", ha afirmado el primer ministro.

"Al relacionar la inmigración y el contagio creamos una imagen de que todos los inmigrantes son una bomba biológica que nos puede contagiar. Es no es así, solo algunos lo son, pero no sabemos cuáles", ha argumentado. Debido a que no se puede establecer quién de los que llega al país está contagiado, hay que "considerar a todos los inmigrantes como un potencial contaminador".

"Autodefensa"

Esa puede ser una postura injusta, ha añadido, pero "desde el punto de vista de los húngaros, que pueden ser víctimas de esto, hay que pensar también en la autodefensa", ha agregado Orbán.

El discurso contra la inmigración musulmana y a favor de valores conservadores, nacionalistas y cristianos ha convertido a Orbán en una dirigente elogiado por sectores ultras europeos.

En Hungría, un país de casi 10 millones de habitantes, las autoridades sanitarias han confirmado 4.621 casos de contagio y 602 fallecimientos por coronavirus.

La oenegé Human Rights Watch (HRW) ha denunciado esta semana las "malas condiciones" que ha encontrado en hospitales de este país. "La negligencia del Gobierno ha dejado la sistema público de salud húngaro poco preparado para manejar la pandemia del covid-19", señala la organización en un comunicado.

La nota destaca la falta de jabón y de desinfectantes, así como de equipos de protección para los trabajadores en los centros sanitarios. Estos fallos, añade, "ponen en peligro la vida" de pacientes.

Estos déficits son consecuencia de la pésima política sanitaria del Gobierno húngaro. Durante los 10 años que lleva en el poder el conservador partido Fidesz del primer ministro, "la salud pública no ha sido una prioridad, con un gasto inferior al 5% del PIB", claramente inferior a la media de la Unión Europea, de casi el 8%, según resalta HRW.