La Alianza Atlántica celebra este jueves el 70 aniversario de su fundación tras el final de la segunda guerra mundial. Un cumpleaños, agridulce. Tras haber superado la retirada francesa de su comando central en los años duros de la guerra fría y dejado atrás las dudas existenciales que planteó sobre su continuidad el desmoronamiento de la Unión Soviética, la OTAN se enfrenta ahora a una severa crisis de confianza entre sus 29 miembros. Las reticencias de Donald Trump a apuntalar el mecanismo de defensa común cuando el abrazo ruso vuelve a cernirse sobre Europa han puesto en entredicho la esencia del pacto. Hay pocas ganas de celebrar. Prueba de ello es que serán los ministros de Exteriores y no los jefes de Estado de los países miembros los que soplen las velas en Washington.

Trump raramente se ha detenido a argumentar la importancia que la OTAN tiene para EEUU, una constante que ha repetido este martes al recibir a su secretario general, Jens Stoltenberg, en la Casa Blanca. El estadounidense ha dedicado buena parte de la comparecencia a discutir asuntos internos, ignorando en gran medida a su invitado danés. "Estoy muy orgulloso de lo que ha pasado en la OTAN en los dos últimos años, ha dicho al inicio de su parlamento. "Los aliados han comprometido una cantidad tremenda de fondos adicionales", ha dicho, subryando no obstante que

Esa parece ser su única preocupación, que los europeos paguen más por la defensa común, una vieja reclamación que ya formularon sus predecesores. Con sus amenazas veladas, Trump ha conseguido que casi todos los aliados se comprometan a gastar un 2% de su PIB en Defensa antes de 2025. Pero el precio ha sido considerable. Ha puesto en duda la validez del Artículo 5 al sugerir que EE UU solo acudirá al rescate de aquellos países que paguen lo suficiente. Ha planteado que esos mismos aliados sufraguen el coste de las bases estadounidenses en Europa con un recargo adicional del 50%. Y ha dado más credibilidad a las palabras de Vladimir Putin que a las de sus socios continentales.

POMPA REBAJADA

"El principal desafío al que se enfrenta la OTAN es la ausencia de un liderazgo estadounidense sólido y de principios por primera vez en su historia. En sus capitales se ve a Trump como el problema más urgente y difícil de la Alianza", escribieron recientemente Nicholas Burns y Douglas Lute, exembajadores de EEUU ante el organismo con sede en Bruselas. En su última cumbre de jefes de Estado, Trump llamó "morosos" a los europeos y dijo que Alemania se había convertido en un "rehén de Rusia".

Palabras como aquellas han hecho que se haya rebajado la pompa de este 70 aniversario. Se ha querido evitar una nueva situación embarazosa, aunque el Congreso pretende enmendar la plana. Stoltenberg pronunciará el miércoles un discurso antes sus dos cámaras, un privilegio concedido a pocos mandatarios que servirá para demostrar que la Alianza sigue tienendo un apoyo abrumador en el Capitolio.