Coincidiendo con el 55 aniversario del tratado fundador de la OTAN, la Alianza Atlántica ha consumado la ampliación más grande de su historia, con la integración de Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Rumanía.

La entrada de los siete nuevos miembros ha extendido las fronteras orientales de la OTAN hacia el Este de Europa, situándolas a corta distancia de San Petersburgo y sitiando el enclave ruso de Kaliningrado (la antigua Königsberg de Emmanuel Kant).

La Alianza Atlántica integra ahora entre sus 26 miembros a casi todos los antiguos países del Pacto de Varsovia (la organización militar rival durante la guerra fría) e incluso a los tres países bálticos que formaban parte del territorio de la desaparecida y temida Unión Soviética.

Esto ha acrecentado las suspicacias de una Rusia extremadamente sensible, a la que cada día le resulta más problemático mantener la apariencia de su antiguo estatus de gran potencia.

Mayor zona de seguridad

La ampliación sirve fundamentalmente para incrementar la zona de seguridad y estabilidad en Europa. Pero, más allá del efecto escaparate de la expansión territorial, la ampliación aporta poco al fortalecimiento militar de la OTAN.

Salvo Rumanía, el resto de los nuevos miembros tienen una población reducida, que van de los 7,9 millones de habitantes de Bulgaria a los 1,4 millones de Estonia, con ejércitos limitados en algunos casos a tan sólo 5.500 soldados.

Salvo Eslovenia, los demás países tienen un nivel de renta extremadamente bajo, lo que limita la capacidad de modernización de sus Fuerzas Armadas. La integración militar de los ejércitos de esos países en la OTAN tardará más de 10 años, según reconoce la propia Alianza Atlántica. Además, la estabilidad económica y política de algunos de esos nuevos socios, en especial Rumanía, es delicada.

Estados Unidos es el principal beneficiado de la ampliación, porque casi todos los nuevos miembros tienen una política exterior absolutamente pronorteamericana y compiten para atraerse las nuevas bases a las que Washington ha anunciado que trasladara sus tropas desplegadas ahora en Europa occidental.

EEUU aumenta su influencia

La llegada de los nuevos miembros reforzará el poder y la capacidad de influencia de Estados Unidos en el seno de la OTAN, que se han visto seriamente comprometidos tras la guerra de Irak, el desarrollo político de la Unión Europea (UE) y su voluntad de dotarse de una capacidad militar autónoma.

Los ministros de Asuntos Exteriores de Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia se apresuraron el viernes, en su primera participación en el Consejo Atlántico, a respaldar con vehemencia el plan de Estados Unidos de involucrar a la OTAN en la pacificación de Irak. Una implicación a la que se oponen los gobiernos de Francia y de Alemania mientras Estados Unidos no ceda el poder a las Naciones Unidas.

Las autoridades de Estados Unidos piensan apoyarse en los siete nuevos miembros y en Polonia, Hungría y la República Checa (que ya ingresaron en la alianza en 1999) para intentar restablecer su capacidad de tutela política sobre una Europa que escapa cada vez más a su control, gracias a la Unión Europea, a la consolidación del euro y a la adopción de una estrategia de seguridad autónoma y contrapuesta a Washington en puntos esenciales.