Alemania deberá seguir esperando para tener un acuerdo de gobierno. Tras cuatro meses de inestabilidad política y una semana de negociaciones, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el Partido Socialdemócrata (SPD) y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) han decidido ampliar el diálogo a este lunes -aunque inicialmente se habían marcado como plazo ayer-- ante la dificultad para consensuar un acuerdo en materia de sanidad y ley laboral.

Tras la fallida propuesta de crear un seguro de salud universal para los alemanes, el equipo del SPD presiona para que se eliminen los contratos temporales y se promuevan los indefinidos, dos propuestas que pretenden combatir la creciente desigualdad y precarización social y que los conservadores han descartado rotundamente. Esa disputa ha encallado las negociaciones.

«Hemos tenido un día constructivo y hemos alcanzado muchos acuerdos», afirmó el secretario general del SPD, Lars Klingbeil. A media jornada, la cancillera, Angela Merkel, ya había afirmado que esperaba que las negociaciones fueran «muy difíciles».

El pasado martes, Merkel, el líder socialdemócrata Martin Schulz y el líder bávaro Horst Seehofer allanaron el camino a otra gran coalición al acordar nuevas restricciones en política migratoria como una limitación de la reunificación familiar de refugiados a 1.000 casos mensuales, claudicación que perjudica al SPD. A pesar de sellar así uno de los puntos más controvertidos, los partidos han mostrado interpretaciones diferentes de lo acordado.

Pequeños acuerdos / Según avanzó la agencia alemana DPA, conservadores y socialdemócratas sí habrían llegado a un acuerdo para incrementar el presupuesto destinado a la creación de vivienda social. A falta de que se conozcan más detalles, se apunta a que en la discusión se contempla destinar una partida de hasta 4.000 millones de euros para el 2021 en los que también se incluyen subvenciones a la compra de vivienda.

El sábado CDU y SPD pactaron fijar en la ley los objetivos medioambientales para el 2030 - tras ir camino al fracaso con los del 2020 -, así como prohibir el uso del herbicida glifosato en la agricultura y el cultivo de plantas modificadas genéticamente.

A pesar de que con estas medidas quiere convencer a un electorado lleno de escépticos, el SPD no tiene ninguna medida estrella para remarcar en ese acuerdo. En 2013 el partido sacó adelante un acuerdo de gobierno con Merkel al impulsar el establecimiento del primer salario mínimo interprofesional de la historia de Alemania, de 8,5 euros por hora.

Un SPD fracturado / El pasado 12 de enero los tres partidos llegaron a un principio de acuerdo para volver a gobernar de la mano. El controvertido texto incluía restricciones en la política migratoria y descartaba un sistema sanitario universal así como un incremento de impuestos para las rentas altas, triunfos programáticos de los conservadores que dividieron a los socialdemócratas. El 21 de enero esa fractura interna se dejaba ver en un congreso extraordinario celebrado en Bonn donde el partido dio luz verde a las negociaciones con un ajustado 56% de apoyos.

Aunque esa victoria de la directiva supuso un duro revés, el ala izquierdista e idealista del SPD, encabezada por las juventudes (Jusos), ha mantenido su presión para que cualquier acuerdo de gobierno fuerce la adopción de políticas sociales más justas y más abiertas a los refugiados.

Además de la falta de acuerdos en puntos clave, el alargo de las negociaciones también tiene una lectura política. Para que un nuevo Gobierno entre los dos partidos hegemónicos de Alemania se convierta en una realidad, el pacto debe ser votado por los hasta 450.000 delegados del SPD.

Los rebeldes han empezado a captar militantes para que voten en contra y eviten en el último suspiro la aborrecida gran coalición. La profunda grieta abierta en Bonn fue una señal de alerta para una directiva que quiere evitar todo riesgo de otro fracaso. De prosperar, Alemania podría tener Gobierno a lo largo del mes de marzo.