Francisco pidió una salida pacífica para la "grave situación" en Venezuela, al cierre de su visita a Panamá en la que denunció el drama de los migrantes y la crisis interna de la Iglesia por el escándalo de los abusos sexuales. Antes de su regreso a Roma, el papa celebró una misa multitudinaria para clausurar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Francisco exhortó a las nuevas generaciones de católicos a no dejarse "adormecer" e impedir que sus sueños pierdan "vuelo".

Destinado en principio a tratar el drama de los migrantes, el viaje del pontífice tuvo dos inesperados coprotagonistas: la compleja situación en el país petrolero y el impacto del bochornoso expedientes abusos sexuales y su encubrimiento en el clero.

Durante la oración del Ángelus, el jefe del Vaticano clamó por una "solución justa y pacífica" en Venezuela, sumergida en una grave crisis que divide a las potencias del mundo, así como condenó el "odio terrorista" en Colombia tras un reciente ataque con coche bomba.

EL FOCO SE CENTRA EN VENEZUELA

En pleno colapso económico, Venezuela entró en una peligrosa escalada de tensiones, a raíz del rechazo internacional al gobierno de Nicolás Maduro y la autoproclamación del jefe del Parlamento, el opositor Juan Guaidó, como presidente interino.

Estados Unidos está a la cabeza de los gobiernos que desconocen el segundo mandato de Maduro por considerar su elección "fraudulenta", mientras China, Rusia y Turquía apoyan al dirigente. Entretanto, Francia, Alemania, España y Reino Unido dieron un ultimátum de ocho días para que convoque elecciones, so pena de reconocer a Guaidó.

En su mensaje, Francisco evitó alinearse con algún bando, una posición que contrasta con las duros cuestionamientos que ha formulado contra el chavismo en el poder la Conferencia Episcopal Venezolana.

Pero durante su encuentro de cinco días con los jóvenes católicos, Francisco llamó la atención sobre la corrupción política, la "plaga de los femenicidios" y el acoso a los migrantes en América Latina.Unas 700.000 personas -según la organización de la JMJ- asistieron a la última misa del papa en el Metro Park, un área descubierta en las afueras de Panamá. El presidente anfitrión y los de Colombia, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras y Portugal -país que acogerá la edición de la JMJ en 2022- también se hicieron presentes.

El pontífice argentino dedicó sus últimas horas en Panamá para recordar también a las víctimas del "odio terrorista" en Colombia, tras un mortífero ataque con carro bomba de rebeldes del ELN contra una academia de policía. Tras recordar uno a uno a los 20 jóvenes que fallecieron, Francisco lanzó un nuevo llamado por la paz en ese país. El presunto agresor también murió en el atentado.

ABUSOS SEXUALES EN LA IGLESIA

La víspera, en un mensaje muy a tono con los tiempos actuales, Francisco pidió a los "millennials" católicos a experimentar "algo más grande" que la vida en las redes sociales. Pero el papa no solo tuvo que encarar también se vio alcanzado por la alargada sombra de los abusos sexuales del clero.

Admitió ante la comunidad religiosa que la Iglesia está "herida por su pecado", antes de una crucial reunión convocada por Francisco para tratar los escándalos de pederastia y su encubrimiento. Del 21 al 14 de febrero, el papa buscará con los obispos "medidas concretas" para combatir "esta terrible plaga", manifestó el director de prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.

Aunque en este viaje no condenó explícitamente las agresiones cometidas por sacerdotes que han erosionado la credibilidad en la iglesia, Francisco las describió como un "horrible crimen" en un almuerzo posterior con jóvenes de cinco continentes en un seminario, según una de las asistentes. Desde las primeras revelaciones en 2000, el escándalo ha venido creciendo y el año pasado estremeció a la Iglesia en Chile, Estados Unidos y Alemania.

EL DRAMA DE LOS MIGRANTES

A lo largo de su visita, Francisco se ocupó del drama de las personas forzadas a abandonar sus países de origen y condenó su estigmatización como responsables de "mal social" ante el movimiento migratorio sin precedentes en América Latina.

Caravanas con miles de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses intentan cruzar hacia Estados Unidos, pese a la política antimigrante del presidente Donald Trump, que incluye una propuesta de construcción de un muro en la frontera con México. Minada por el colapso económico, Venezuela también ha visto migrar a 2,3 millones de venezolanos (7,6% de la población de 30 millones) desde 2015, según estadísticas de la ONU.

Francisco ofreció la ayuda de la Iglesia: "Queremos ser la Iglesia que propicie una cultura que sepa acoger, proteger, promover e integrar" a los migrantes.