El encuentro previsto este miércoles entre el papa Francisco y Donald Trump durará solo 20 minutos, que descontados de las pausas necesarias para los intérpretes, serán todavía menos. Poco tiempo, pues, para recortar las distancias entre el Papa anti-Trump y el presidente anti-Papa, como los define la prensa estadounidense. Pero “el milagro puede suceder”, afirman las fuentes oficiosas del Vaticano.

Lo que mantiene más distante a ambas personalidades es el cambio climático y sus consecuencias, así como las emigraciones bíblicas en todo el mundo y las nuevas formas de esclavitud. También el fenómeno de la globalización y sus consecuencias.

La reunión está programada para las 8,30 de la mañana. El Pontíficeno ha querido alterar el horario de la tradicional audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, que deberá de empezar una hora más tarde. Tres cuartos de hora, pues, entre llegar, entrar, hablar y salir. Francisco regalará a Trump un ejemplar en inglés de la encícilica “Laudato sì”, título inspirado en Francisco de Asís, dedicada a la ecología y a las consecuencias sobre “la casa común” de una economía que prescinde de las personas.

Ivanka, la hija de Trump se encontrará en Roma con un grupo de mujeres víctimas de la trata de personas y la primera dama estadounidense, Melania, ha escrito una carta en días pasados al Papa en la que recuerda su fe religiosa y se complace por conocerle. Una misiva que forzosamente contó con el visto bueno del padre.

EXIGENCIAS VATICANAS

El dispositivo de seguridad que rodea a Trump ha tenido que adaptarse a las exigencias vaticanas: los cuatro enormes helicópteros que acompañan los desplazamientos del presidente no podrán aterrizar en el helipuerto vaticano, porque no caben, de manera que la comitiva presidencial viajará en coche y Trump en la Cadillac One de ocho toneladas de peso y cuatro millones de dólares, custodiado por un cortejo de 50 automóviles, incluido el vehículo mini hospital.

Hasta hace pocas semanas la Casa Blanca no había aún solicitado la audiencia con el Papa, después de meses en los que el Vaticano, a través de numerosas personas, había enviado señales de disponibilidad de Francisco. “Recibo a todos los Jefes de Estado que piden audiencia”, decía Francisco. EEUU no disponía siquiera de un interlocutor directo, ya que mantenían aún vacante el puesto de embajador ante la Santa Sede, ocupado solamente a fines de este abril por una católica casada con un divorciado que se ha convertido al catolicismo. “No hay problema”, afirmaba el Vaticano...en referencia al puesto vacío de embajador.

El problema era, según parece, otro. Trump no quería ver al Papa, aunque sus consejeros y la mediación de algunos obispos y cardenales de los EEUU, cercanos a los conservadores le hicieron cambiar de idea. “Ahora le interesa más el Vaticano que el G7 del viernes”, ha escrito un vaticanólogo.

Tanto durante la campaña electoral como desde que Trump fue elegido presidente en noviembre del 2016, Jorge Bergoglio no ha tenido problema alguno en comentar e incluso censurarlas ideas o medidas del político republicano. “Una persona que piensa solo en levantar muros, sea donde sea, y no en construir puentes, no es cristiana”, dijo en una ocasión el Papa a su regreso de México, donde celebró una misa frente al muro metálico entre aquel país y EEUU, con feligreses que participaban en las dos partes.

PLENO APOGEO

La campaña electoral presidencial de Donald Trump estaba entonces en pleno apogeo. “Es escandaloso que un líder religioso ponga en duda la fe de una persona”, dijo el entonces candidato republicano a la Casa Blanca, subrayando que en el caso de que se produjera un ataque yihadista al Vaticano el Papa “querría y rogaría que Donald Trump fuera presidente, porque conmigo esto no podría suceder”. “Es una persona muy política”, no entiende los problemas de nuestro país”, añadió Trump refiréndose a Francisco.

En una entrevista publicada meses después en el diario 'El País', cuando Trump ya había sido elegido presidente, Bergoglio no quiso enjuiciarle: “Veremos que hace y entonces se hará una evaluación”, dijo. De regreso de El Cairo, el Papa añadió: “No juzgo nunca a una persona antes de encontrarla”.

Durante una ceremonia por la paz celebrada en El Vaticano, en la que participaron más de 7.000 menores, uno de los asistente preguntó al Pontífice sobre la super bomba, conocida como "la madre de todas las bombas", que lanzó EEUU en Afganistán. “¿Cómo se puede llamar madre a una bomba?”, se preguntó el Papa. A la conferencia episcopal estadounidense, que se reunió en la ciudad de Baltimore, Francisco envió un mensaje en vídeo en el que invitó a los obispos a “crear la cultura del encuentro, ¡basta ya de muros!”, espetó entonces..

En relación al acuerdo de París sobre el clima (2015) Trump dijo que lo anularía, mientras que el Papa envió un mensaje a la conferencia de la ONU en Marraquech (2016) que debía concretar aquel acuerdo, subrayando que el mismo debía “ser aplicado sin demora”.

VOCES QUE DISIENTEN

“Estamos preocupados, pero esperemos que las cosas cambien”, ha declarado el cardenal Peter Appiah Turkson, presidente del organismo vaticano para el desarrollo humano integral, subrayando que en EEUU “existen voces que disienten, contradicen y no están de acuerdo con las posiciones de Trump”, invitando a aquella iglesia a resistir.

“Contamos con una acción de lobi de la iglesia estadounidense”, ha dicho. El nuevo cardenal estaounidense, Joseph W. Tobin, había afirmado que “el mensaje del presidente no une a los americanos, sino que más bien los divide” y el episcopado del país, a pesar de estar bastante dividido sobre Trump, se declaró “profundamente turbado”, cuando el presidente boqueó el acceso al país a los ciudadanos de siete Estados de población mayoritariamente musulmana, invitando a modificar el decreto.

Si este miércoles se produce el “milagro”, Trump podría salir de la breve audiencia con Francisco con un espaldarazo internacional que buena falta parece hacerle en su país.