Nigel Farage esperaba un golpe de efecto después del gran triunfo obtenido en las elecciones europeas. Estaba convencido de que lograría un primer escaño en el Parlamento de Westminster para el recién creado Partido del Brexit. Finalmente, no pudo cantar victoria, pero volvió a superar a los conservadores.

Su candidato, Mike Greene, dado como ganador en sondeos y apuestas, quedó en segunda posición (29% votos) en la ciudad de Peterborough, al este de Inglaterra. La laborista, Lisa Forbes, (31%), le derrotó por muy poco, 630 votos de ventaja. Los conservadores (21%) quedaron relegados a la tercera posición. Los laboristas retuvieron la plaza a duras penas.

Cuando supo el resultado, Farage se escabulló eludiendo a la prensa para reaparecer a la puerta del 10 de Downing Street con una carta para la aún primera ministra, Theresa May, en la que pedía que su partido sea incluido en las futuras negociaciones con Europa.

Petersbourg era una prueba interesante para Farage, que, sin programa de gobierno alguno, parece estar al frente más de un grupo de presión que de un partido político. Al igual que ocurrió con el UKIP, su anterior formación, ha podido lograr resultados excepcionales en las elecciones europeas, pero se estrella en los comicios generales.

En Peterborough más del 60% de los ciudadanos votó en el referéndum sobre Europa a favor del 'brexit'. Aún así, no ha conseguido el escaño. Cómo puede aspirar a romper el bipartidismo de conservadores y laboristas?, se preguntaba más de un analista.

Los tories, que salieron muy mal parados en las europeas, siguen cayendo. Han vuelto a comprobar que el brexit ha divido a sus bases. Ningún candidato que opte a suceder a May puede ignorar la presencia amenazante de Farage, que está trastocando las reglas tradicionales de la política británica.