Cerca de 27 millones de sudafricanos están llamados a votar el miércoles en las sextas elecciones generales celebradas en el país austral desde 1994, cuando la minoría blanca dejó el poder tras una transición negociada. El favorito indiscutible es una vez más el Congreso Nacional Africano (CNA). El partido que un día lideró el presidente Nelson Mandela aspira a conseguir una nueva mayoría absoluta de más del 60% de los votos, un porcentaje del que nunca ha bajado desde que se les diera derecho a voto a los sudafricanos negros hace 25 años.

El gran atractivo electoral del partido en estos comicios es su actual líder, el presidente del país, Cyril Ramaphosa. Este exvicepresidente del Ejecutivo y antiguo sindicalista que se ha hecho millonario como empresario gracias a sus conexiones políticas se impuso en diciembre del 2017 en el congreso en que se decidía la presidencia del partido. Ramaphosa le ganó entonces a la exministra Nkosazana Dlamini-Zuma, que representaba la continuidad con el proyecto de su exmarido, el que fue presidente del país y del partido Jacob Zuma.

La presidencia de Zuma, que llegó al poder en el 2009, estuvo marcada por los escándalos de corrupción, la polarización racial que promovió para justificarla y el estancamiento económico. La nueva dirección del partido logró forzar la dimisión de Zuma en febrero del 2018 y Ramaphosa le relevó en el cargo con un discurso conciliador centrado en luchar contra la corrupción y crear un clima que favorezca las inversiones y el crecimiento económico.

ILUSIÓN MENGUANTE

La flamante irrupción de Ramaphosa en la presidencia provocó una ola de ilusión y optimismo en Sudáfrica, que sin embargo ha ido menguando al no haberse producido resultados hasta ahora. En materia económica, el nuevo presidente ha buscado desesperadamente las inversiones necesarias para reactivar el crecimiento y reducir una tasa de paro que supera el 27%.