Las credenciales castrenses del presidente George Bush están en entredicho. Es un peligroso e irónico giro de la fortuna para un mandatario que se autocalifica de "presidente de guerra" y que ha llevado a la nación a dos conflictos armados en apenas tres años de gestión. "El tema es la comidilla de Washington", aseguró ayer Charlie Gibson, presentador de Buenos días, América , el popular programa de la cadena televisiva ABC, volcado, como el resto de los medios, en el pasado militar del presidente.

Las tribulaciones de Bush se centran en su discutido servicio en la Guardia Nacional, el cuerpo empleado por los hijos de las élites para eludir ser enviados a Vietnam. Apoyado en las conexiones políticas de su padre, el expresidente Bush, el actual inquilino de la Casa Blanca disfrutó de trato de favor y "se colocó en cabeza de una lista de 500 que aguardaban su admisión en la Guardia", explica el semanario The New Yorker, que añade: "Se le asignó un puesto de oficial y se le admitió en la escuela de vuelo, a pesar de su bajísimo resultado en la prueba de aptitud".

El hoy presidente inició en 1968 su servicio en la Guardia Nacional en Tejas, donde permaneció hasta 1972. Al año siguiente fue trasladado a Alabama, donde su rastro desaparece durante nueve meses, en los que ni recibió paga ni sus superiores recuerdan haberle visto. "Se marchó sin permiso de la Guardia Nacional de Alabama", atacó hace días el presidente del comité nacional demócrata, Terry McAuliffe.

El tema pasó sin pena ni gloria en las presidenciales del 2000. Pero ahora el presidente tendrá que defender su cargo ante un héroe de Vietnam, que regresó del conflicto con honores, herido y cargado de medallas, el senador por Massachusetts John Kerry. El aprieto en que está la Casa Blanca no puede ser mayor: Kerry hace campaña rodeado de los veteranos, mientras Bush trata de capear acusaciones como la del director de cine Michael Moore, que llegó a llamarle desertor por no haber cumplido sus deberes militares.

Las nóminas

La Casa Blanca presentó el martes las nóminas de Bush en la Guardia Nacional --14 días de paga por servir 12 meses-- para demostrar que "cumplió su deber", pero estas justificaciones no convencieron. "Si el presidente piensa que presentar algunas nóminas va a acallar la creciente controversia sobre su servicio está equivocado", advirtió The New York Times en un vitriólico editorial, donde culpa al presidente de haberse buscado él mismo estos problemas, "posando como un piloto fanfarrón al recibir a un portaviones que regresaba de Irak".

El rotativo neoyorquino aludía a la ya discutida aparición de Bush sobre el portaviones Abraham Lincoln , el 1 de mayo del 2003, donde hizo un aterrizaje cinematográfico para declarar, con un rotundo "misión cumplida", el fin de la guerra en Irak, una guerra que sigue.