Israel vive horas cruciales a la espera de que hoy el Tribunal de Justicia de La Haya decida finalmente si el muro que el Gobierno de Ariel Sharon construye en Cisjordania viola la legalidad internacional. También el mundo espera con ansiedad un veredicto que exacerbará las pasiones sobre el presunto antisemitismo de muchos europeos, la influencia mundial del sionismo, en estrecha alianza con la comunidad judía norteamericana, y la injusticia cometida con los palestinos por más que ésta se encuadre en el marco del fracaso de un mundo árabe refractario a la democracia, el laicismo y el progreso.En cualquier caso, el Gobierno israelí no modificará su rutina de tierra calcinada en Gaza, con el pretexto de llevar a cabo una hipotética evacuación, y de que el camino de la paz seguirá bloqueado irremisiblemente.El extendido pesimismo se funda en la situación que vive Israel, donde las conciencias se encuentran militarizadas y los extremistas amagan con el asesinato político, como ya ocurrió con

Isaac Rabin. Pero también en el hecho de que Estados Unidos ha perdido toda su capacidad de intermediario para poder mitigar los efectos incendiarios del conflicto inacabable.*Periodista e historiador.