Las imágenes que transmite la televisión mozambiqueña desde el centro del país dan la medida de la devastación. Caudalosas aguas embarradas bajan entre tupida vegetación verde sin ningún control y apenas obstáculos por lo que hasta el jueves eran carreteras y caminos. En los pueblos, las casas de barro o chapas metálicas han sido derribadas por la tormenta. El viento ha arrancado los tejados en las zonas más urbanas, y casi toda la región central del país se ha quedado sin luz e incomunicada por tierra del resto de Mozambique.

El ciclón tropical 'Idai' es el peor que ha vivido la región en los últimos veinte años. En su último balance, la ONU cifraba en millón y medio los desplazados, y las autoridades de los países afectados -que están entre los más pobres de África- habían informado de la muerte de 222 personas a causa del ciclón. 84 de esas personas murieron en Mozambique, otras 82 en la vecina Zimbabue y 56 más en otra nación limítrofe, Malaui.

Se espera, sin embargo, que esos balances aumenten en las próximas horas y alcancen el millar de personas fallecidas. Durante su visita a la zona, el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, calificó lo ocurrido como un “verdadero desastre de grandes proporciones”. “Todo indica que podríamos registrar más de mil muertos”, afirmó Nyusi. “Las aguas de los ríos Pungué y Buzi se desbordaron, haciendo desaparecer a pueblos enteros y aislando comunidades”, explicó el presidente, que dijo haber visto “cuerpos flotar” durante su viaje en helicóptero a las provincias de Sofala, Zambezia, Manica y Tete.

VIENTOS DE 177 KILÓMETROS POR HORA

El ciclón 'Idai' entró a la parte suroriental de África el jueves por el puerto mozambiqueño de Beira y se expandió después tierra adentro hasta llegar a Zimbabue y Malaui. Traía consigo vientos de hasta 177 kilómetros por hora y violentas lluvias que desbordaron ríos, rompieron presas y acabaron por tirar abajo puentes, dejando sin comunicación por tierra con el resto del país a algunas de las zonas más afectadas.

“Estamos asistiendo a algo surrealista”, dijo a la radio pública mozambiqueña el ministro de Obras Públicas, Joao Machatine: “La fuerza brutal de las aguas fue de tal nivel que acabó destruyendo lo que pensábamos que era imposible”, agregó el ministro sobre los daños sufridos por un importante puente construido recientemente en una las principales carreteras de la región.

Uno de los lugares más golpeados es Beira, la ciudad portuaria por donde entró el ciclón. Con más de medio millón de habitantes, Beira es una de las principales ciudades de Mozambique. Según la Cruz Roja, la tormenta ha destruido o dañado el 90% de la ciudad, que no tiene electricidad después de que el ciclón derribara o dejara inservibles el 80% de los postes de la luz.

BEIRA, ANEGADA

Imágenes tomadas desde el aire muestran una ciudad anegada. Las calles que rodean a las casas, más o menos destrozadas, han quedado convertidas en canales adornados por los árboles que se han mantenido en pie tras los fuertes vientos y corrientes de agua.

Según el presidente Nyusi, gran parte de la región central está sin energía eléctrica ni abastecimiento de agua potable. El ciclón ha afectado asimismo al “funcionamiento normal de los hospitales y las escuelas”. En algunos distritos, casi todos los colegios han quedado destruidos por los vientos y las lluvias, que han arrasado también la mayoría de edificios e infraestructuras públicas y privadas.

Mientras tanto, los efectivos de rescate y las agencias de ayuda humanitaria tratan de alcanzar la zona por aire y por mar. Helicópteros de la Cruz Roja y la ONU han hecho llegar alimentos y medicinas a las zonas siniestradas. Por su parte, el Gobierno ha movilizado medios aéreos y un barco carguero para llegar hasta el puerto de Beira, con el objetivo de desplazar hasta la región central a los efectivos de rescate.

SUBIDOS A LOS ÁRBOLES

En imágenes tomadas por vecinos y oenegés que trabajan en la región puede verse a decenas de personas esperando a los equipos de salvamento subidas a árboles, plataformas de hormigón elevadas o tejados de casas. A sus pies, el agua cubre casi por completo los edificios en las que hasta el pasado jueves vivían o hacían sus compras.

Escenas similares se viven en Zimbabue y Malaui. “Las carreteras cortadas deben ser reabiertas para que la comida, el agua potable y las medicinas lleguen a la gente que se ha congregado en hoteles, iglesias, escuelas”, indicó el presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa. En Malaui, el Gobierno y las oenegés trabajan en dar respuesta a la emergencia humanitaria provocada por el desastre, que empeorará durante años la vida de millones de personas en una de las zonas más pobres del mundo.