Reciben amenazas, o cosas peores, por hacer preguntas y destapar verdades incómodas para el poder. Aún así no tiran la toalla y de lo único que huyen es de la imagen del héroe, porque dicen que, cuando ellas vuelven a casa, quienes corren más riesgos son las víctimas que aparecen en sus crónicas. Ejercen una profesión que es una forma de rebeldía en países abonados por el machismo y la violencia, donde lo que está en juego es algo tan frágil como la vida o la democracia.

Las periodistas Carmen Valeria Escobar (El Salvador) y Andrea Aldana (Colombia) han llegado a Madrid junto a sus colegas Alejandro Ortiz (México) y Juan José Toro (Bolivia) para alejarse durante unos meses del angustioso clima en el que desarrollan su labor. Han sido los seleccionados en el tercer Programa de Acogida de Periodistas Latinoamericanos de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en colaboración con el Ayuntamiento de la capital.

Al poner tierra de por medio, Andrea Aldana, 38 años, puede caminar por la calle sin darse la vuelta cada poco para ver si la siguen, aunque todavía no logra relajarse del todo. "Mi culebra sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso. Tengo un país atravesado en la garganta", dice parafraseando un poema de Eduardo Galeano. Ese país es Colombia. Aunque en 2016 se firmó un acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hay todavía 70 grupos armados que se disputan el espacio dejado por las FARC en un país que produce el 70% de la cocaína mundial y donde solo en la ciudad de Medellín hay 300 bandas criminales.

Han asesinado a 250 firmantes de la paz. En 2020 se registraron 90 masacres y en lo que va de año llevamos 14 líderes asesinados. Aldana compara la situación con "un monstruo de siete cabezas". Y de monstruos sabe bastante. Lleva 14 años adentrándose en las zonas rurales para contar qué pasa en territorios gangrenados por la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares. Publica en El Espectador, Semana, Universo Centro y en su página de Facebook, donde logró con sus mini-crónicas concienciar de la importancia del acuerdo de paz que tanto rechazo generó al principio.

Investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación, Aldana también usó las redes para conjurar sus propios demonios. El periodismo empezó a ser lo que creo que debe ser, un servicio social. Me dejó de importar mi tragedia personal y empecé a ver que a otra gente le pasaban cosas peores.

Su tragedia personal fue hace diez años en Medellín, cuando buscaba información sobre unas víctimas de desaparición forzada y tres paramilitares la asediaron, la montaron en un taxi, la doblegaron, la agredieron sexualmente sin dejar de apuntarla con un arma y finalmente la dejaron tirada en un matorral, como cuenta ella misma en 'Golpes contra la pared'. Fue la primera vez que tuvo que salir del país por seguridad. Sanar ese odio no fue fácil. Y que el periodismo dejara de ser una batalla personal si yo me callo, ellos ganan- tampoco, admite en conversación con este diario.

Tres años después, cuando investigaba los vínculos de las mafias con la policía, unos matones le partieron la cara y le echaron pegamento industrial en el pelo. Aldana volvió a dejar Colombia durante un tiempo. Hasta que en octubre de 2020 tras denunciar las violaciones del Ejército a cinco menores, la sentaron delante de un sicario. "Me dice que han dado la orden de silenciarme. De matarme". Es lo que la trae a Madrid.

A la joven Carmen Valeria Escobar, 24 años, curtida en el prestigioso diario El Faro? y ahora verificadora del discurso político en El Gato Encerrado? le preocupa el riesgo que corre la democracia en El Salvador. Su presidente, Nayib Bukele, intimida, insulta y humilla a la prensa ante las cámaras y eso genera una legión de energúmenos que llena de amenazas de muerte las bandejas de Twitter de los periodistas. "He recibido mensajes diciéndome te voy a quemar viva".

Con todo, el golpe fuerte lo recibió cuando dejaron a su madre en el paro por publicar que el ministro de Salud se había beneficiado de 225.000 dólares destinados a combatir la pandemia de covid-19. Escobar quería independizarse y hacer un master pero ahora eso tendrá que esperar porque su familia depende económicamente de ella. ¿Se replantea por eso su trabajo?. "No. Ante las amenazas, la única respuesta va a ser más y mejor periodismo. Nunca nos van a callar. No nos van a silenciar".

Feminicidios

FeminicidiosCarmen Valeria Escobar y Andrea Aldana se enfrentan, además, a riesgos que sus colegas masculinos no conocen. "El Salvador es un paraíso para la impunidad de los feminicidas. Es difícil ser mujer y joven. Tienes que aprender a andar con una armadura". Aldana añade a la factura el precio de la soledad.

"Decidí no tener hijos y ser soltera para no poner a nadie en riesgo. Es muy chévere, porque tengo mucha libertad, pero cuando vengo destrozada llego a mi casa sola a llorar". Galardonada con el premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2020, Aldana se emociona al mencionar ese reconocimiento, porque le devuelve la fe en su trabajo. Es consciente de que se ha convertido en un referente para muchas mujeres. "Todo ha valido la pena".

Colombia ocupa el puesto 130 en la clasificación mundial sobre libertad de prensa elaborada por RSF en 2020 y El Salvador el 74 de un listado de 180 países que lidera Noruega y cierra Corea del Norte. España se sitúa en el número 29.