La barbarie de Faluya ha puesto de relieve una vez más el fracaso de una ocupación ilegal que ha costado ya la vida a casi 600 soldados de Estados Unidos, a algunos centenares más de otras tropas de ocupación y de civiles (Cruz Roja, Naciones Unidas, embajadas, ONG, periodistas, espías y contratistas) y a miles de ciudadanos iraquís. Es el resultado atroz de la imprudencia y la prepotencia de la Administración de George Bush.Los sueños democratizadores de la Casa Blanca parecen hoy un delirio a pocos meses de unas elecciones que deberían devolver la soberanía al pueblo iraquí. La realidad se impone. La ocupación es un fracaso, la democratización una quimera, la guerra civil una amenaza latente y la marginación de la ONU un tremendo error. Irak es hoy un campo de batalla abonado para el terrorismo internacional que amenaza, con la ayuda de la política de
Ariel Sharon en los territorios ocupados, con extender la violencia y la inestabilidad a toda la región.*Catedrático de Historia.
