La Administración estadounidense ha entablado negociaciones con altos dirigentes de Irak para garantizar la participación de los sunís en el Gobierno tras las elecciones del 30 de enero. Washington teme que la violencia y el llamamiento al boicot que han hecho los dirigentes políticos de esta comunidad, minoritaria en Irak, resulten en una aplastante victoria de los shiís que alimente el conflicto interno, y está dispuesto a disfrazar el resultado de los comicios para evitarlo.

FUTURO GOBIERNO Según publicó ayer el periódico The New York Times , el plan estadounidense consiste en garantizar a los sunís varios ministerios y cargos de alto nivel en el futuro Gobierno. El aspecto más audaz de la propuesta, sin embargo, radica en agregar a los 275 miembros de la asamblea legislativa a los candidatos sunís más votados, incluso si han perdido frente a los candidatos no sunís. Según el diario, varios dirigentes shiís comparten los temores de EEUU, cuyos responsables ya han planteado la propuesta a un consejero del gran ayatolá Alí Sistani, el clérigo shií más importante de Irak.

La propuesta de EEUU, filtrada bajo anonimato por un diplomático de este país, fue rechazada tajantemente por la Comisión Electoral. "Quien gana, gana. Así funciona y así funcionará en estas elecciones", declaró su portavoz, Farid Ayar, que calificó el plan de "injerencia inaceptable".

Por otra parte, el exconsejero de Seguridad Nacional de EEUU, Zbigniew Brzezinski, denunció la existencia de un "desequilibrio flagrante" entre las ambiciones estadounidenses en Irak y la "debilidad" de los medios empleados. "Hemos pagado un precio muy alto", aseguró quien fue el brazo derecho del expresidente Jimmy Carter. También el exsecretario de Estado Henry Kissinger criticó el hecho de que se hubiera "subestimado la complejidad de la reconstrucción de una sociedad democrática bajo ocupación militar".