La baja rentabilidad del crédito que originan los tipos de interés en mínimos presiona a los bancos a encarecer los préstamos, pero también a recortar sus gastos y plantearse fusiones. El coste de su financiación aumenta por las tensiones en los mercados y al mismo tiempo ya hay poco margen para seguir recortando la remuneración que pagan por el pasivo. Su rentabilidad es baja comparada con la de otros sectores financieros europeos y en muchos casos no alcanza el nivel que les exigen los inversores para apostar por ellos.

«Existen condiciones para una mayor consolidación entre entidades medianas», apuntó hace unos días Luigi Motti, de Standard & Poor’s, que también citó como factores decisivos el reto que supone para estos bancos cumplir con los crecientes requisitos regulatorios de capital y afrontar las inversiones necesarias en digitalización. Unicaja y Liberbank han dado el primer paso. «Hay racionalidad económica para que se produzcan entre entidades medianas porque las grandes ya tienen una cuota suficiente», añadió Motti.

Además, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, puso deberes al sector hace también unos días: debe «acelerar» la venta de activos tóxicos, «fortalecer» su capital, «mejorar» su reputación y «aumentar» su rentabilidad, pero todo ello sin relajar de forma «indebida» el crédito.