John Negroponte, de 64 años, exembajador estadounidense en Nicaragua, se puso ayer al frente de la Embajada de EEUU en Irak tras la transferencia de poder. Negroponte será, tal y como lo describen los observadores, el hombre más poderoso en Bagdad, y bajo su mando estará toda la maquinaria administrativa de la disuelta Autoridad Provisional de la Coalición (APC), ahora bajo el nombre de Embajada de EEUU en Irak.

Y es que la legación estadounidense se convertirá en la mayor embajada de Washington en el extranjero. Tal y como reconocieron en invierno fuentes diplomáticas occidentales, la APC es "un ente que se replica a sí mismo", en referencia a las numerosas transformaciones que ha sufrido la administración bajo la batuta del procónsul norteamericano, Paul Bremer, y que, desde el final de la guerra, no ha hecho más que incrementar el número de sus funcionarios y de su personal. Bremer abandonó el país antes de la llegada de Negroponte para evitar dar la idea de continuidad.

La trayectoria de Negroponte no está exenta de polémica. Sus detractores volvieron a airear acusaciones, tras su nombramiento, de que tuvo que ver con el rearme de los rebeldes de la contra nicaragüense y de que conocía de cerca los escuadrones de la muerte hondureños, lo que, paradójicamente, le valió el título de procónsul en Honduras en los 80, el mismo con el que se conocía a Bremer.

Durante su confirmación ante el Senado, Negroponte quiso enfatizar que su papel en Irak, "será muy diferente al desempeñado" por Bremer. "Allí donde la APC era la autoridad política definitoria en Irak, la embajada tendrá un papel más bien de apoyo, en lugar de ejercer el mando", subrayó.