La Administración del presidente de los EEUU, Donald Trump, presentó una nueva normativa sobre la protección de las aguas que excluye millones de kilómetros de ríos y numerosos pantanos y lagos del amparo federal, rompiendo así con una plan medioambiental de más de 30 años.

En palabras de Marty Durbin, jefe del Instituto Global de Energía de la Cámara de Comercio, la medida aprobada "distingue entre las aguas que deben ser reguladas por el gobierno federal y aquellas que dependen de los estados, facilitando los negocios, estados y gobiernos locales entender sus obligaciones".

Contaminación de aguas

La regulación acaba con la necesidad de obtener permisos para el vertido de residuos en las aguas por parte de los agricultores, constructoras, compañías mineras y las industria petrolera y de gas, algo que sí demandaba la regulación aplicada por el presidente Barack Obama (2009-2017), que además multaba el derrame de derivados del petróleo en las aguas protegidas.

La nueva medida, presentada bajo el nombre de Regla de Protección de Aguas Navegables, acaba con una demarcación de aguas protegidas que regulaba la orografía de Estados Unidos desde hace 30 años, algo que ha levantado ampollas entre los grupos medioambientales del país.

Futuro incierto

"Aseguran que pueden hacer un trabajo mejor, pero esto es solo un regreso al futuro: hacer las aguas de Estados Unidos arder de nuevo", dijo en un comunicado la abogada de la asociación medioambiental Earth Justice, Janette Brimmer, en referencia al incendio de 1969 del río Cuyahoga River en Cleveland y el famoso eslogan del presidente: hacer Estados Unidos grande de nuevo.

Esta ecologista asegura además que lo que la industria celebra con la aprobación de esta nueva regla, es que ahora tienen "el derecho a contaminar y degradar muchas más aguas".