Polonia celebra este domingo la primera ronda de unas elecciones presidenciales que marcarán el futuro de sus delicadas relaciones con la Unión Europea, un escenario impensable hace casi cinco años, cuando el país prometía ser ejemplo de incorporación de los países del Este, solo para acabar convirtiéndose en una fuente inacabable de tensiones en ámbitos como del de la seguridad o el de los derechos fundamentales.

Nadie representa mejor estas fricciones que el presidente del país, Andrzej Duda, favorito para la primera vuelta, no tanto para la segunda ronda de julio, donde tendrá que competir en un escenario más igualado con el que será, casi con toda probabilidad, su gran rival: el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, quien ha hecho del hartazgo popular de los enfrentamientos entre Duda y Bruselas el pilar de su campaña.

Duda, que llegó al poder en agosto de 2015 bajo la bandera del igualitarismo y la lucha contra la corrupción, ha terminado amonestado por organismos como su propio Defensor del Pueblo por su retórica retórica homófoba y anti LGTBI, dos comunidades que el presidente lleva meses demonizando al tiempo que exaltaba los valores del catolicismo y acercaba posturas al nacionalismo estadounidense representado en la figura del presidente norteamericano, Donald Trump.

Este acercamiento le ha valido, por ejemplo, para conseguir que Estados Unidos traslade a Polonia parte del contingente militar desplegado hasta ahora en Alemania, tal y como anunció Trump este pasado jueves.

El plan de Duda no termina aquí. A lo largo de su mandato, el presidente ha perseguido el control de los medios de comunicación y del poder judicial, este último a través de una polémica reforma que podría implicar la imposición de sanciones disciplinarias para los jueces, incluido el despido, por cuestionar la legalidad de los nombramientos judiciales del Gobierno.

Esta reforma ha sido declarada ilegal por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE) y denunciada tanto por la Comisión Europea como el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos por entender que puede poner en riesgo su independencia y limitar cualquier crítica a los planes de Duda.

El país decide ahora si concede a Duda carta blanca para llevar este giro político hasta el final de un segundo mandato. Según el panel de expertos norteamericano Freedom House, de seguir esta trayectoria "es posible que Polonia ni siquiera entre en la categoría de 'democracia'", según el director de investigación del grupo, Zselyke Csaky.

DURA VOTACIÓN

Duda parte como favorito absoluto en la primera ronda de estos comicios, con un 42 por ciento de la intención de voto, según las encuestas. Trzaskowski ronda el 28 por ciento, a gran distancia del presidente polaco, que sin embargo está lejos a su vez de conseguir el 50 por ciento de votos necesario que le garantizaría la segunda vuelta.

El resultado hipotético de un enfrentamiento final en julio entre el presidente y el alcalde es más difícil de pronosticar. La misma encuesta del instituto IBRIS, concede a Duda solo un punto porcentual de diferencia respecto a Trzaskowski: 48,7 por ciento contra el 47,5 por ciento.

Hay que tener en cuenta que las elecciones estaban previstas para mayo, pero tuvieron que ser retrasadas por la pandemia de coronavirus que ha azotado al país. Cualquier retraso adicional beneficia a Trzaskowski para que cale su mensaje de batalla: "Ya hemos tenido suficiente!".

Una derrota de Duda en las urnas pondría en peligro los planes políticos de su partido, que goza de la mayoría parlamentaria suficiente como para aprobar leyes, pero no suficientes como para impedir un veto presidencial.

Tras la jornada de reflexión de este sábado, el pueblo polaco tendrá la oportunidad de depositar sus papeletas hasta las 21.00 del domingo, cuando se cerrarán los colegios electorales y, a continuación, comenzarán a aparecer las primeras encuestas a pie de urna