El presidente Enrique Peña Nieto agradeció las muestras de apoyo que México ha recibido de América Latina después de que Donald Trump confirmara con una virulencia semántica inusitada que sus bravatas de campaña electoral se materializarían con la construcción de un muro en la frontera común como revulsivo antimigratorio así como con un endurecimiento de la política comercial. Con un detalle no menor: Peña Nieto hizo su reconocimiento a “los pueblos” por su “solidaridad y afecto”. No habló de gobiernos, y esa omisión, más que un olvido, parece informarnos sobre otra cosa. La región navega erráticamente entre el silencio, la cautela y el sueño individual de algunos países de convertirse en la niña mimada de Washington.

América Latina llegó a frustrar el proyecto de George Bush Jr. de convertir al continente en una gran zona de libre comercio. Los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, Venezuela, Hugo Chávez y Uruguay, Tabaré Vázquez, encabezaron en el 2005 la resistencia a ese anhelo, y los demás mandatario les acompañaron.

La región jugó además un papel importante para crear las condiciones de acercamiento entre EEUU y Cuba que derivaron en la normalización de los vínculos diplomáticos. Ese peso se ha ido diluyendo en los últimos tres años. El viraje político en Brasily Argentina y la profunda crisis venezolana son datos elocuentes de la realidad que precede la llegada de Trump.

Una semana después de que Trump asumiera el cargo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reunió en República Dominicana. Del encuentro salió el módico compromiso a defender los derechos de sus comunidades migrantes. El cubano Raúl Castro calificó de “preocupante” el panorama.

El ecuatoriano Rafael Correa, que abandonará el poder en semanas, llamó a sus colegas a “asumir una clara posición en defensa” de los intereses afectados. Pero la CELAC no puedo emitir un documento común condenatorio. Tampoco lo hizo la UNASUR. El Mercosur, que había mirado a EEUU con simpatía, debió volver sobre sus pasos al enterarse de que se inicia una era de proteccionismo.

INTEGRACIÓN REGIONAL MEDIOCRE

Para Juan Gabriel Tokatlian, uno de los más refinados analistas internacionales de Argentina, “más allá de las afinidades ideológicas en la región o de las preferencias de algunos Gobiernos respecto a Washington (según se ubiquen en el espectro de izquierda a derecha), lo cierto es que el nivel de integración real en América Latina es muy bajo y el estado de concertación de Sudamérica, en especial, es mediocre. Alcanzar un posicionamiento compartido frente a Estados Unidos hoy es aún más difícil”.

Consultado sobre esas limitaciones, Tokatlian dijo: “nadie quiere quedar identificado con una agenda negativa y ser blanco de futuras medidas de Estados Unidos. Ni siquiera México ha convocado a reuniones especiales para aglutinar esfuerzos conjuntos. Cuba ha optado también por un perfil bajo. Y Venezuela ni siquiera ha convocado a una reunión del ALBA para protestar más enfáticamente por una decisión que tomó el Departamento del Tesoro sobre su vicepresidente”.

ASPIRACIONES DE MACRI

El argentino Mauricio Macri cree que puede capitalizar estos vacíos. Trump, viejo amigo suyo y de su familia, acaba de destacar su potencial liderazgo hacia la derecha. Después de hablar cinco minutos por teléfono, prometió recibirlo en breve.

El pavor expresado en la portada de la revista 'Der Spiegel', en la que se muestra a Trump decapitando la Estatua de la Libertad, no se hace explícito ni siquiera entre los históricos adversarios del “imperialismo”. Fue una revista alemana la que habló en los términos y con las metáforas que quizá se habrían utilizado en esta parte del punto.