La campaña más cara en la historia de las elecciones de medio mandato en Estados Unidos tiene las horas contadas. Millones de estadounidenses acudirán este martes a las urnas para renovar el Congreso de la nación, pero también la gran mayoría de los parlamentos estatales, una treintena de cargos de gobernador y numerosos ayuntamientos.

El presidente Donald Trump no estará en ninguna de las papeletas, pero estos comicios serán también un juicio a su gestión y determinarán su capacidad para legislar en los dos próximos años. Todos los indicios apuntan a una elevada participación, superior al 37% del electorado que votó en las legislativas del 2014. Los demócratas aspiran a darle la vuelta al mapa político, aprovechando el rechazo visceral que Trump genera entre sus bases.

LA BATALLA POR EL CONGRESO

El plato fuerte de estas elecciones se dirime en el Congreso. Se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes y algo más de un tercio en el Senado, 35 de los 100 escaños, dado que se disputan también dos elecciones especiales por la renuncia antes de tiempo de los senadores que los ocupaban.

Los republicanos tienen actualmente mayoría en las dos cámaras: 51-49 en el Senado y 235-193 en la Cámara de Representantes, donde hay siete escaños vacantes. El control del Capitolio les ha permitido legislar sin buscar consensos, aunque las disensiones internas dentro del partido y la pírrica mayoría que ostentan en la Cámara alta les ha impedido aprobado demasiadas leyes de calado.

EL CONTROL DE LOS ESTADOS

En un sistema federal como el estadounidense, las decisiones adoptadas en los parlamentos estatales son casi más importantes para la vida del ciudadano que las que llegan del Congreso federal. Pero también tienen mucha influencia para determinar el resultado en las elecciones nacionales por su capacidad para redefinir los contornos de las circunscripciones electorales, una práctica que se conoce como ‘gerrymandering'. Consiste esencialmente en modificar las fronteras de la circunscripción en función del perfil demográfico de su población para beneficiar las opciones electorales del partido que manda.

Los conservadores controlan actualmente 33 de los 50 estados, además de dos tercios de los escaños en los parlamentos estatales. En estas elecciones se renueva 36 cargos de gobernador, 23 de ellos ocupados actualmente por republicanos. Las batallas en Florida, Ohio, Michigan o Pensilvania se seguirán muy de cerca porque todo ellos son estados sin un color político definido, de modo que el resultado podría servir para predecir lo que sucederá en las presidenciales del 2020.

LA PREDICCIÓN DE LAS ENCUESTAS

Los demócratas confían en una ola azul para darle la vuelta al mapa político, pero las encuestas no son del todo concluyentes. Tienen un 85% de probabilidades de recuperar la Cámara de Representantes, según la media de los sondeos de ‘FiveThirtyEight’. La última encuesta de la CBS les da 225 escaños, siete más de los que necesitan para la mayoría, aunque en 13 de los distritos el margen de error es amplio.

En el Senado, sin embargo, sus probabilidades no pasan del 14%. En gran medida porque sus representantes defienden la gran mayoría de escaños en juego y 10 de ellos se libran en estados donde Trump ganó en 2016. La campaña del presidente en los últimos días ha estado más centrada en asegurar el Senado que en darle la vuelta a los sondeos en la Cámara de Representantes.

EL FUTURO DE LA PRESIDENCIA DE TRUMP

Si los demócratas recuperan la Cámara baja, se acabará el rodillo republicano en el Congreso. Los conservadores tendrán que pactar para legislar, un escenario complicado dadas las posiciones maximalistas que imperan en el Capitolio. Igual de importante para los demócratas será el poder que tendrán para lanzar comisiones de investigación. Sus líderes ya han dicho que pretenden investigar las finanzas del presidente, la trama rusa o la presunta corrupción en la Administración. También podrían poner en marcha el ‘impeachment’, el juicio político para apartar a Trump de la Casa Blanca.

Aun así, el presidente mantendrá mucho poder sobre la judicatura y la política exterior si su partido mantiene el control del Senado. La Cámara alta tiene potestad sobre los tratados internacionales y es también la encargada de ratificar los nombramientos de jueces federales. Trump ha nombrado a más jueces conservadores que ninguno de sus predecesores en la historia reciente. También ha gobernado más por decreto que pasando por el Congreso, de ahí que no necesariamente vaya a cambiar demasiado su presidencia. Su política inmigratoria, sus ataques al cambio climático, los aranceles o la desregulación son fruto de sus órdenes ejecutivas.

ARGUMENTOS FINALES

Trump ha planteado estas elecciones como un referéndum sobre su presidencia y ha hecho campaña de forma infatigable. En los últimos seis días, 11 mítines en ocho estados. Ha hablado de economía, pero mucho menos de lo que su buena marcha hubiera aconsejado. Mucho más ha apostado por azuzar el miedo hacia los demócratas y la inmigración con un discurso demagógico y repleto de falsedades. "No vamos a dejar que esa gente invada nuestro país"”, dijo el domingo en Georgia refiriéndose a la caravana de inmigrantes que avanza por México. A estas alturas de mandato, Trump es el presidente más impopular desde los años cincuenta del siglo pasado, según las encuestas de Gallup.

Los demócratas no han tenido un discurso demasiado unificado en esta campaña y su mensaje ha oscilado en función del perfil político del candidato. Algunos son socialistas, otros tan moderados que podrían pasar por cualquier republicano de la vieja escuela. La condena a las políticas de Trump, a su retórica incendiaria y al clima de odio que fomenta ha sido uno de los elementos que han articulado su campaña. El otro ha sido principalmente la Sanidad, que es el tema que más preocupa el electorado en estas elecciones.