El líder libio, Muamar Gadafi, dinamitó ayer la búsqueda del consenso en la cumbre de la Liga Arabe, que comenzó en Túnez y puso de manifiesto las enormes diferencias que dividen a los países miembros. De forma imprevista, Gadafi se levantó y se fue de la sesión inaugural de la reunión de jefes de Estado al no gustarle un párrafo del discurso en el que el secretario general de la organización, el egipcio Amr Musa, le criticaba veladamente por sus anteriores amenazas de retirar a Libia del organismo. Gadafi tampoco estaba de acuerdo con la agenda de la cumbre.

El líder libio, que llegó a Túnez a última hora ya que en un principio había declinado su asistencia, reaccionó airadamente a las referencias de Musa. Antes de levantarse, se giró hacia Hosni Mubarak, el presidente egipcio, y le dijo con sorna: "Me marcho a fumarme un cigarrillo americano". En una rueda de prensa posterior, Gadafi expresó su deseo de que "Libia se retire de la Liga Arabe" y dijo esperar que las instancias políticas de su país, los denominados Comités Populares de Base, aprueben esa retirada.

El líder libio, que en los últimos meses ha conseguido quitar a su país la aureola de Estado terrorista, lleva años amenazando con retirarse de la Liga Arabe, por considerar que no sirve para nada. Gadafi justificó su actitud de ayer porque no se aceptó debatir su propuesta para Oriente Próximo, que se basa en un sólo Estado para palestinos e israelís.

Con su portazo, Gadafi desacreditó una cumbre árabe marcada por la creciente influencia de EEUU sobre los líderes árabes, que van a adoptar posturas más moderadas respecto al conflicto en Oriente Próximo. Aunque aún no se ha aprobado, existe un consenso para que la declaración final incluya, por primera vez en la historia de la Liga Arabe, una condena de los atentados terroristas palestinos contra civiles israelís. Además, los jefes de Estado árabes han exigido respeto a la soberanía y a la integridad territorial de Irak y han expresado su rechazo a las sanciones de EEUU sobre Siria.

LAS REFORMAS Esta cumbre, que seguirá hoy, debía haberse celebrado en marzo. Sin embargo, el presidente tunecino, que oficiaba de anfitrión, decidió suspenderla al constatar las profundas divergencias existentes sobre el principal asunto de discusión: la postura árabe ante el proyecto de reformas que EEUU quiere impulsar en el mundo árabe.

El objetivo, poco probable, es que los árabes intenten consensuar una postura común ante ese proyecto, que Washington va a presentar en la próxima cumbre del G-8. Países como Túnez, Marruecos y Jordania actúan como los principales aliados de EEUU en esta estrategia, que encuentra profundas reticencias en estados como Arabia Saudí o Siria.