Unos 13 millones de ecuatorianos están llamados el domingo a votar en unas elecciones en las que se pone en juego algo más que un recambio presidencial. A su modo, esta contienda es una suerte de plebiscito sobre Rafael Correa, el hombre que durante más de una década fue la figura determinante del país. Correa tuvo que marchar al exilio belga en el 2017, cuando su heredero, Lenín Moreno, rompió amarras con él y lo convirtió en su principal enemigo y causa de todos los males. Por eso, de los 16 candidatos en carrera, solo importa si el joven economista Andrés Arauz, delfín del exmandatario y primero en los sondeos, logrará la proeza de imponerse en primera vuelta. De lo contrario, deberá enfrentar en un segundo turno y bajo condiciones aún más adversas a todos los que no quieren saber nada con un posible retorno a los días de la "revolución ciudadana", en su versión 2.0. El exbanquero Guillermo Lasso, segundo en los sondeos, aspira a ser el hombre que, el 11 de abril, frene lo que define como "populismo correista" y consolide el giro neoliberal que Moreno imprimió a este país costeño y a la vez andino, donde más del 30% de sus habitantes han caído en la pobreza. El desprestigio del actual jefe de Estado (7% de popularidad) es tan grande que no pudo presentar candidato. La gestión de la pandemia, que provocó más de 15 muertes, lo hundió de manera definitiva.

Las elecciones ecuatorianas adquieren importancia en América Latina porque pueden representar una profundización de los cambios de orientación política que se experimentaron en Bolivia y Argentina o se ratifica por medio del sufragio el camino de alineamiento absoluto con Estados Unidos emprendido durante los últimos cuatro años.

El espejo boliviano

El caso boliviano es recordado porque su resultado no fue previsto en ningún sondeo.Auguraban una segunda vuelta y Luis Arce, el albacea de Evo Morales, terminó imponiéndose a Carlos Mesa por 25 puntos de distancia. El interrogante que rodea a las elecciones ecuatorianas tiene que ver con la posibilidad de que, otra vez, un "voto escondido" y no detectado en las encuestas, le permita a Arauz consagrarse presidente este mismo domingo. Los medios están además atentos a la candidatura de Yaku Pérez, quien lideró la revuelta contra Moreno de 2019 y representa a la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE). Pese a su programa ambientalista y de centroizquierda, este movimiento se ha llevado muy mal con Correa y es muy poco probable que se incline por Arauz en abril.

El expresidente fue vetado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de participar de estas elecciones como candidato a vicepresidente de Arauz. Su parcialidad ha sido denunciada por más de uno de los competidores. El recuento de los votos no estará exento de situaciones de tensión. La sociedad está polarizada. "Los destinos del país y de los ecuatorianos en su conjunto están en juego", recuerda el diario El Universo, en su editorial. "Pese a los avatares de la vida nacional, hay que apostar a vivir en democracia", apunta el rotativo El Comercio.