El presidente de Estados Unidos, George Bush, defendió ayer su decisión de atacar Irak con un argumento distinto al empleado para justificar la guerra hace un año. Entonces basó el ataque en que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva, que no han aparecido, mientras ahora sostiene que tenía "la capacidad de fabricarlas y dejarlas en manos de terroristas".

En una entrevista con la cadena NBC para intentar frenar la pérdida de apoyo popular, Bush reconoció que los datos del espionaje sobre las armas de Irak pudieron ser equivocados, como denunció recientemente el exjefe de inspectores de armas David Kay. No obstante, el presidente eludió aclarar si exageró el peligro que suponía Sadam para así recabar más apoyos para la guerra. Kay afirmó, además, que los arsenales prohibidos de Sadam probablemente no existen, lo que dañó gravemente la credibilidad de Bush.

Un sondeo del Time cifró en un 55% los ciudadanos que tienen "dudas y reservas" sobre los argumentos del presidente, a quien sólo un 44% de los consultados consideran un líder en quien se puede confiar.