Un alto responsable del Ministerio de Hacienda se convirtió ayer en la primera víctima política de los ataques de la insurgencia después del traspaso de la soberanía. Ihsan Karin resultó herido grave en un atentado con bomba en el oeste de Bagdad, en el que murieron su chófer y uno de sus guardaespaldas.

Pero no fue éste el único incidente de una jornada en la que hubo más víctimas. Un marine estadounidense murió en una acción de combate en la provincia del Al Anbar, en el oeste de Irak, según anunció el Ejército de EEUU. En Mosul, en el norte, falleció también un soldado de la fuerza multinacional (su procedencia se desconoce) al estallar un artefacto al paso de su convoy.

En la ciudad de Faluya, al menos siete personas murieron a causa de un bombardeo aéreo, el miércoles por la noche, contra una vivienda situada en el suroeste de esta conflictiva ciudad suní. El portavoz del Ejército estadounidense, general Mark Kimmit, dijo que el ataque tuvo como blanco un escondite de la red del jordano Abú Musab al Zarqaui, considerado por EEUU líder de Al Qaeda en Irak y acusado de ser el cerebro de numerosos atentados terroristas en el país. La captura de Zarqaui es la máxima prioridad para Estados Unidos, que ha aumentado hasta 25 millones de dólares (20,6 millones de euros, 3.428 millones de pesetas) la recompensa ofrecida por su captura, informa Reuters.

REEMPLAZO En este clima de violencia que no cesa, el militar estadounidense de mayor graduación en Irak, general Ricardo Sánchez, abandonó ayer su puesto para ser reemplazado por el general George Casey al frente de la fuerza multinacional.

El Pentágono ha insistido en todo momento en que el relevo de Sánchez estaba planeado desde hace mucho tiempo y que no tiene nada que ver con las torturas de la cárcel de Abú Graib.