"Reconozco que las acciones de los barcos con equipamiento militar de la Marina de Ucrania tenían un carácter de provocación". Con estas palabras, que refuerzan las tesis oficiales esgrimidas por el Kremlin desde el inicio de la crisis, Volodomyr Lisovyi, uno de los marineros apresados por Rusia el domingo, fue expuesto el pasado lunes en uno de los canales federales de la televisión. Para el Kremlin el incidente naval vivido en el estrecho de Kerch no es más que una nueva maniobra de las autoridades de Ucrania para hacer quedar mal a Rusia y justificar así la aplicación de nuevas sanciones contra Moscú, una versión que el prisionero repitió a pies juntillas ante las cámaras de televisión.

La intervención no deja lugar a dudas de que el militar apresado está leyendo su supuesta 'confesión', pronunciada sin entonaciones ni apenas pausas. "Ví barcos del Servicio de Fronteras del FSB (exKGB) e ignoré las peticiones de detenerme; a bordo llevábamos armas y ametralladoras con munición", aseguró, antes de concluír: "Yo, como oficial, cumplía una orden de traslado de barcos desde Odessa a Mariúpol".

Uno de los detenidos que resultaron heridos durante la tensa jornada del domingo en el estrecho de Kerch es un oficial de contrainteligencia del Servicio Estatal de Seguridad (SBU). Según las autoridades de su país, se encuentra en estado grave, como resultado del disparo de dos misiles de combate no guiados "realizados desde un avión militar ruso".

Presentados ante el juez

Lejos de atender las exigencias de liberación inmediata formuladas por numerosos dirigentes occidentales, los militares capturados fueron presentados ante la justicia en Simferópol, capital de la república de Crimea, recibiendo penas de prisión provisional, lo que sin duda reavivará las voces internacionales de condena contra Rusia y los pronunciamientos a favor de nuevas sanciones contra Moscú.

Según ha informado la agencia TASS, 12 de los 24 apresados han sido puestos bajo detención provisional durante dos meses, acusados de haber violado el artículo 322 del código penal ruso, que hace referencia al "cruce ilegal" de fronteras, un delito que, según una portavoz del tribunal que les juzga, puede ser castigado con una pena de hasta seis años de prisión. Entre los detenidos se hallaba Román Mokriuk, comandante del barco artillado 'Berdiansk', quien no reconoció su culpa ante el juez. Se espera que los restantes miembros del grupo corran una suerte similar una vez pasen ante el juez, aunque tres de ellos se encuentran en estos momentos hospitalizados.

Algunos de los abogados defensores discrepan la resolución judicial y han anunciado que presentarán una apelación. "No estamos de acuerdo con esta resolución, pensamos que no es legal, ni según la legislación rusa, ni de acuerdo con el derecho internacional", ha declarado Aider Azamatov, letrado de uno de los marinos apresados.

Presiones internacionales

No fue este el único frente abierto tras el incidente del domingo por la justicia de Rusia, cuyo Gobierno está ignorando por completo las presiones internacionales en favor de los apresados. El Comité de Investigación, organismo similar a la Fiscalía General del Estado en España, ha abierto dos casos criminales debido los incidentes vividos el día anterior en las sedes diplomáticas rusas en territorio ucraniano, concretamente ante la embajada en Kiev, la capital, y ante el consulado en Khárkov, en el centro del país, ante las que se celebraron manifestaciones de protesta, según informa TASS.

De acuerdo con el escrito de la fiscalía, los atacantes "lanzaron contra el recinto bombas de humo y artefactos pirotécnicos" e impidieron que los trabajos del personal diplomático siguieran su curso normal. Todo ello, a buen seguro, imposibilitará la pretendida distensión entre Moscú y Kiev, al menos durante los próximos meses.